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"María asunta en cuerpo y alma a los cielos, esperanza y
comienzo de la vida futura"
+ Antonio Ceballos Atienza. Obispo de Cádiz y Ceuta
Mis queridos diocesanos:
La solemnidad de la Asunción de la Virgen María es una de las
fiestas más populares y consoladoras que la comunidad cristiana
dedica a la Virgen María. En este sentido nos dice el Concilio
Vaticano II: "La Madre de Jesús (...), hasta que llegue el día del
Señor, brilla ante el Pueblo de Dios en marcha, como señal de
esperanza cierta y de consuelo" (LG 68). De esta manera María
aparece como "imagen y principio de la Iglesia que habrá de tener su
cumplimiento en la vida futura" (LG 68). María será siempre quien
ilumine y muestre el camino de la esperanza.
1. María asunta, amparo y compañía
Ella ahora ya no espera nada porque posee lo que ardientemente
deseaba. Nosotros, precisamente, porque estamos viviendo tiempos
difíciles en los que no abundan las buenas noticias, y la humanidad
se puede decir que anda desorientada y desencantada, los cristianos
celebramos esta fiesta de la Virgen llenos de esperanza y dejándonos
contagiar de su alegría.
El Papa Benedicto XVI, en la reciente visita a Valencia, con motivo
del V Encuentro Mundial de las Familias, en determinados momentos
hizo alusión a la Santísima Virgen María, tan venerada en nuestras
tierras, para que sostenga la fe y llene de esperanza a todos sus
hijos, y ante la Virgen de los Desamparados, la Jorobadita, dijo: "Ampáranos
noche y día en todas las necesidades, ya que sois, Virgen María,
Madre de los Desamparados" (Benedicto XVI. Ángelus, 8 de julio de
2006).
2. María asunta, imagen de la Iglesia futura y camino que nos lleva
a Cristo
El misterio de la gloriosa Asunción de María, verdad revelada, es
imagen de la Iglesia futura, de tal suerte que la glorificación
final de María es una de las "grandes cosas" con las que el Señor da
señales a su Iglesia, y prenda de la que toda la humanidad de
creyentes está llamada a convertirse. Por eso, el Concilio Vaticano
II llega a afirmar que en la Virgen la Iglesia "contempla con gozo,
como en una imagen purísima, aquello que ella misma, toda entera,
desea y espera ser" (SC 103). El momento de la Asunción fue para
María la plenitud de su pequeñez, de su fidelidad, de su
contemplación y de su amor, y señala el camino para la Iglesia.
3. María asunta, esperanza cierta y consuelo en el seno de la
Iglesia
Toda la vida de la Virgen María es un SÍ al plan de Dios, que queda
enaltecido en la glorificación final de María, desde la Anunciación
(cf. Lc 1,26-38) a la gloriosa Asunción. Como ha dicho el Concilio
Vaticano II, María Asunta es consuelo y esperanza cierta. Tal
relación entre la Madre y la Iglesia lleva consigo la imagen de la
ejemplaridad. En el centro de la esperanza de María encontramos la
trayectoria de su fidelidad y obediencia a los planes de Dios.
María de la Asunción ilumina nuestro sendero de esperanza. Ella ya
está en la Patria definitiva y, sin embargo, va haciendo el camino
con nosotros. Nuestro camino es un camino de esperanza con María.
Cuando lleguemos a la Patria, nosotros también, como María,
seguiremos haciendo el camino con los que aquí en la tierra todavía
peregrinamos.
4. Asunción y Buena Nueva en pobreza de espíritu
En la fiesta de la Asunción de Nuestra Señora, la Iglesia nos invita
a considerar este misterio en pobreza evangélica y pequeñez. El
momento de la Asunción fue para Nuestra Señora la plenitud de su
pequeñez. María, humilde servidora, la esclava, contempla las
maravillas que Dios ha obrado en Ella, y comprende, que todo esto no
hubiera sido posible si ella no hubiera sido pequeña, sencilla y
pobre.
La Asunción de Nuestra Señora nos habla de pequeñez. María Asunta a
los cielos, Madre de la santa Esperanza, nos enseña que únicamente
los pequeños, los sencillos, los pobres, los humildes, saben esperar
realmente, porque tienen confianza en el amor del Padre y creen en
él. Sólo los pequeños se lanzan en los brazos del Padre para que los
sostenga en el camino.
5. María asunta, camino de la vida futura
María asunta al cielo es fruto de lo que la Iglesia de hoy ansía y
espera ser en la comunión de los santos: La imagen perfecta de la
Iglesia en la Patria del cielo, donde María, finalizado el curso de
su vida terrena, como cooperadora y aliada junto a su Hijo
resucitado, es hoy comienzo escatológico de la Iglesia terrestre.
¡Danos un corazón de peregrinos para caminar contigo, oh Madre y
Señora nuestra, hasta el encuentro definitivo con el Hijo que nació
de ti y reina con el Padre y el Espíritu por los siglos de los
siglos!
Reza por vosotros, os quiere y bendice,
+ Antonio Ceballos Atienza
Obispo de Cádiz y Ceuta
Cádiz, 25 de julio de 2006.
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