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"Asunción de Nuestra Señora en Cuerpo y Alma al Cielo"
+ Antonio Ceballos Atienza. Obispo de Cádiz y Ceuta
Mis queridos diocesanos:
1. Fiesta entrañable y popular
El día 15 de Agosto celebra la Iglesia, en toda la cristiandad, la
solemnidad de la Asunción de Nuestra Señora en cuerpo y alma a los
cielos. Santa María, desde su Asunción a los cielos, acompaña con
amor materno a la Iglesia peregrina y protege sus pasos hacia la
patria celeste, hasta la venida gloriosa del Señor, cantamos en el
Prefacio de este día. Esta es una de las fiestas más entrañables y
populares de las que la Iglesia dedica a la Virgen María.
Toda clase de personas durante este mes de Agosto, mayores y niños,
gentes piadosas e, incluso, turistas observadores, conectan con la
fe de sus mayores y buscan, en este tiempo de perplejidades e
indiferencia, hacer el camino de la peregrinación a la Virgen de su
pueblo, según las múltiples advocaciones, como signo de esperanza.
2. Asunción de María
Os invito a penetrar brevemente en el misterio de la Asunción de
María; su glorificación corporal anticipada en íntima unión con
Jesucristo es complemento y perfección de toda la obra de Dios en su
esclava.
El día 1 de Noviembre de 1950, el Sumo Pontífice Pío XII, con su
Constitución Apostólica Humificantissimus Deus, hizo la definición
dogmática de esta verdad de fe cristiana. Sus palabras fueron estas:
Por eso, después que una y otra vez hemos elevado a Dios nuestras
preces suplicantes e invocando al Espíritu de la verdad.....
proclamamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado
que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen, cumplido el curso
de su vida terrestre, que fue asunta en cuerpo y alma a la gloria
celestial.
3. Obras grandes ha hecho Dios en María
Todos aquellos que conocéis la historia de la salvación por estar
familiarizado con la Sagrada Escritura, reconocerán que, sin existir
en sus páginas una declaración explícita del misterio de la Asunción
de María, toda ella es un testimonio bíblico en su favor.
Desde el Protoevangelio hasta la la mujer vestida de sol del
Apocalipsis (Gn 3,25; Ap 12), la inmaculada Madre de Dios, siempre
Virgen María está junto a Jesucristo, en íntima relación con Dios,
muy por encima de todas las criaturas conforme al plan divino de
salvación.
María asunta antecede con su luz al pueblo de Dios peregrinante como
signo de esperanza segura y de consuelos (LG 68)
Cuando los cristianos contemplan a María en el Trono de su gloria
todos los labios la aclaman, bendiciendo al Señor por su causa. Se
cumple siempre lo que ella misma anunció: Me llamaran bienaventurada
todos las generaciones porque el todopoderoso ha hecho obras grandes
en mí (Lc. 1,49)
4. María peregrinó en la fe y la gracia de la esperanza.
María que avanza en la peregrinación de la fe, crece cada día en
medio de las pruebas y contrariedades y es feliz porque ha creído.
En este proceso de su vocación maternal, la Virgen encontrándose en
el centro mismo de aquellos inescrutables caminos y de los
insondables designios de Dios, se conforma a ellos en la penumbra de
la fe, aceptando plenamente y de corazón abierto todo lo que está
dispuesto en el designio divino.
Con su trayectoria la Virgen María inicia también aquel camino de la
fe, la peregrinación de la Iglesia a través de la historia de los
hombres y de los pueblos. En esta verdad sobre su Madre se encuentra
y vive la Iglesia, tanto en el gran desafío que presenta la sociedad
actual, de increencia, indiferencia e ideologías, como en el camino
más personalizado de nuestra fe y nuestra esperanza.
5. Plegaria ferviente
En esta solemnidad de la Asunción de Nuestra Señora en cuerpo y alma
los cielos, digamosle: «María, Coronada en el cielo como Madre y
Reina nuestra, tú eres signo de esperanza cierta, de consuelo y
felicidad para nosotros que todavía peregrinamos en la tierra.
Danos un corazón sencillo y pobre como el tuyo, para poder esperar
verdaderamente. Danos un corazón orante y contemplativo para
descubrir constantemente el paso del Señor en nuestra historia hasta
que nos abramos al encuentro definitivo, en la visión.
Danos un corazón lleno de caridad que viva en disponibilidad total a
la voluntad del Padre y en servicio generoso a los hermanos.
Danos un corazón sereno y fuerte para que gustemos la cruz pascual y
contagiemos a los hombres de esperanza.
Danos un corazón de peregrinos para caminar contigo, oh Madre y
Señora nuestra, hasta el encuentro definitivo con el Hijo que nació
de ti y reina con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los
siglos.»
Reza por vosotros, os quiere y bendice
+ Antonio Ceballos Atienza
Obispo de Cádiz y Ceuta
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