50 años de la definición dogmática de la Asunción de la Santísima Virgen a los cielos. Carta Pastoral

 

+ Julian Lopéz. Obispo de Cuidad Rodrigo

 

 

 

Queridos diocesanos: 
El día 1 de noviembre se han cumplido cincuenta años de la definición dogmática de la Asunción de la Santísima Virgen María en cuerpo y alma a los cielos, efectuada ante más de 700 obispos de todo el mundo por el Papa Pío XII en la Basílica Vaticana. Se trata de un misterio de fe que el pueblo cristiano ha creído y celebrado desde muy antiguo, como demuestran por ejemplo las innumerables catedrales, parroquias y monasterios dedicados a Santa María en su gloriosa Asunción. Entre las primeras nuestra Catedral Civitatense. 
El misterio de la Asunción de la Santísima Virgen a los cielos, como enseña el Catecismo de la Iglesia Católica, consiste en que "'la Virgen Inmaculada, preservada libre de toda mancha de pecado original, terminado el curso de su vida en la tierra, fue llevada a la gloria del cielo y elevada al trono por el Señor como Reina del universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los Señores y vencedor del pecado y de la muerte' (LG 59; cf. DS 3903). La Asunción de la Santísima Virgen constituye una participación singular en la Resurrección de su Hijo y una anticipación de la resurrección de los demás cristianos" (CCE 996). Este misterio es una consecuencia de la íntima unión de María con Jesucristo y con su misterio pascual. A esta unión estamos llamados en principio también todos los bautizados: la resurrección en la totalidad de nuestro ser, en cuerpo y alma. En la Asunción de María se anticipa ya esta realidad, de manera que en la Madre de Dios, coronada de gloria, se puede decir también que "la muerte ha sido absorbida en la victoria" (1 Cor 15,55). 
Por este motivo María "imagen y principio de la Iglesia... precede con su luz al pueblo de Dios peregrinante, como signo de esperanza segura y de consuelo hasta que llegue el día del Señor" (LG 68). El día de la Asunción de la Virgen María, como dice la gente sencilla, es "el único día en que se celebra un entierro con esperanza". Conviene recordar este aspecto del misterio, precisamente en este mes de noviembre, cuando nuestro pueblo visita masivamente los cementerios. María Asunta al cielo nos ofrece esta señal luminosa de auténtica esperanza cristiana, una esperanza que se dirige al hombre entero, también al cuerpo. Semejante esperanza se funda en una transformación que viene de arriba, como consecuencia de la resurrección de Jesucristo. El fue el primero, "el Primogénito de entre los muertos" (Col 1,18). En María se manifiesta que todos los cristianos estamos llamados a participar de esta transformación y a vivir en esta esperanza. 
Con mi saludo y bendición. 

+ Julian Lopéz. Obispo de Cuidad Rodrigo