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San Carlos y el
Angelus
SS.
Juan Pablo II
Angelus.
Visita Pastoral a Otranto, Italia
Domingo 5 de octubre de 1980
Al final de esta solemne concelebración, aunque la
hora del Ángelus ya haya pasado, no puedo dejar de elevar un devoto
pensamiento a la Madre Celestial, invitándoos a cada uno de vosotros,
queridísimos hermanos e hijos, a uniros a mí en este acto de fe y de
amor.
Hoy, en efecto, nos animan a hacerlo algunas circunstancias
particulares: hoy es el primer domingo de octubre, en el que se venera
la Virgen del Santo Rosario y se la suele invocar con la hermosa
súplica, tan querida a los fieles. Aprovecho, por tanto, la ocasión para
exhortaros al rezo cotidiano del Rosario que ―como escribía Pablo VI, de
venerada memoria, en la Exhortación Apostólica Marialis cultus― "es
oración evangélica, centrada en el misterio de la Encarnación
redentora... oración de orientación netamente cristológica" (núm. 46).
Tanto el rezo del Ángelus como el del Rosario deben ser para todo
cristiano y aún más para las familias cristianas como un oasis
espiritual en el curso de la jornada, para tomar valor y confianza.
2. La segunda circunstancia, o motivación, es la ferviente devoción que
vosotros, habitantes de esta tierra pullesa, profesáis, según una
tradición antiquísima y nobilísima, hacia la "Virgen del Paso". Esta
denominación es conmovedora y densa de sugestión, porque recuerda el
dramático itinerario de vuestros gloriosos antepasados hacia el lugar
del martirio. Caminando hacia la muerte y sintiendo en sí mismos gran
debilidad y fragilidad, se dirigieron a María Santísima, invocando su
materno socorro, y fueron escuchados y sostenidos en la prueba extrema
de su amor. Invoquemos nosotros también, en el camino de nuestra vida,
entre los peligros y las dificultades, a la "Virgen del Paso", que nos
dará siempre la fuerza para resistir a toda tentación y para dar animado
testimonio de la fe cristiana.
3. Existe además una tercera circunstancia que hace que nuestro saludo
mariano sea hoy más sentido. Hace poco, en la homilía, he aludido a la
relación entre la cristiandad occidental y el cercano Oriente: relación
de naturaleza política, cultural, económica, religiosa. Bien sabéis que
también nuestros hermanos del Islam veneran a Jesucristo como Profeta y
honran a su Madre, María, a la que a veces también invocan (cf. Nostra
aetate, 3). ¿Qué podemos hacer, sino rogar a María para que obtenga de
su Hijo divino una gran abundancia de luz y de gracia para todos los
pueblos de Oriente, acordándonos de aquellas palabras que son al mismo
tiempo definición y programa: "Esta es la vida eterna: que te conozcan a
ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo"? (Jn 17, 3)
4. Deseo, en fin, dirigir un saludo particularmente afectuoso a los
queridos enfermos de la región pullesa, que han venido hasta aquí para
participar en esta Misa no sólo con su presencia física, sino también
con la ofrenda valiosa de sus sufrimientos. Hijos queridísimos, a mí me
parece que también vuestro dolor hoy se ha unido místicamente a la
inmolación de los Mártires de Otranto en la actualidad de la única
ofrenda sacrificial del cuerpo y de la sangre de Cristo. Os bendigo de
corazón, junto con los hermanos que os han acompañado y que os asisten,
mientras invoco sobre vosotros, continua y consoladora, la protección de
la Virgen Santa.
Fuente:
vatican.va
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