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La Encarnación del
Verbo
SS.
Juan Pablo II
Regina Caeli.
Visita Pastoral a Africa
Domingo 4 de mayo de 1980
Queridos hermanos y hermanas de Kinshasa, el Zaire
y África, presentes aquí o unidos por la radio:
Os invito a hacer un alto a la mitad de esta jornada espléndida para
dirigiros a la Virgen María, nuestra Madre. Es una costumbre hermosa,
una costumbre antigua de la Iglesia católica el señalar con un alto de
oración la mañana, el mediodía y la tarde, diciendo de nuevo a María en
el Angelus el primer saludo del ángel Gabriel y su respuesta; y durante
el tiempo pascual, cantando alabanzas a la Reina del cielo, "Regina
coeli".
El Hijo de Dios se hizo carne en Ella, es la encarnación, y resucitó: he
aquí los misterios gozosos y gloriosos que están en el centro de nuestra
fe. Hace falta que los contemplemos incesantemente con María. Sí, nos
hacemos verdaderos discípulos de su Hijo como los Apóstoles en Caná,
precisamente con la Madre de Jesús. Abrimos el corazón al Espíritu Santo
como los Apóstoles en Pentecostés también con María. Y con María, con
esta Madre, recurrimos a la ternura paterna de Dios en todas nuestras
necesidades humanas y espirituales. Los africanos comprenden muy bien en
sus familias, el papel de la mujer portadora de vida y custodia del
hogar. ¡Cómo quisiera, queridos amigos, que tuvierais devoción
espontánea y frecuente a María, la mujer bendita entre todas las
mujeres, la mujer glorificada al lado del Señor Jesús, la Madre que Dios
nos da!
Pidámosle por las grandes intenciones de África. Para que Dios tenga
siempre aquí el puesto que se le debe. Para que se respete a todo hombre
en su dignidad de hombre y de hijo de Dios.
Para que los pobres, enfermos, ancianos, prisioneros y extranjeros
obtengan consuelo y esperanza. Para que los pueblos africanos, que dan
muestras de tan gran hospitalidad, se beneficien de la solidaridad
respetuosa de los otros pueblos. Para que salvaguarden los valores
auténticos del alma africana, purificándolos sin cesar, y enriquezcan
con ellos el patrimonio de la humanidad. Para que reine la paz en las
naciones y entre las naciones, y los responsables de los pueblos los
guíen con espíritu de servicio y con justicia y sabiduría.
Pedimos especialmente a María que el Evangelio de Jesús sea recibido
siempre en África como luz y salvación pues a nuestros ojos es luz y
salvación. Para que las comunidades cristianas crezcan y se afiancen en
la unidad y la santidad. Para que los laicos vivan de acuerdo con su
bautismo. Para que Dios suscite muchas vocaciones de sacerdotes hermanos
y religiosas, y las lleve a cumplimiento. Y pidamos en especial por
estos nuevos obispos sobre los que hemos impuesto las manos para
comunicarles la plenitud de los dones del Espíritu Santo. La elección de
estos Pastores es un signo de la madurez de vuestras Iglesias. Se van a
unir ahora a sus hermanos a mis hermanos, para caminar al frente del
rebaño como Jesús lo pidió a los Apóstoles y más en especial a Pedro.
Que María vele sobre estas Iglesias, sobre la única Iglesia de su Hijo.
Fuente:
vatican.va
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