|
Santuarios Marianos
SS.
Juan Pablo II
Angelus. Vaticano.
Domingo, 24 de septiembre de 2004.
1. Antes de concluir esta celebración jubilar
mariana, deseo expresaros mi agradecimiento cordial a todos vosotros,
amadísimos hermanos y hermanas que habéis venido de todas las partes del
mundo. Entre las numerosas delegaciones italianas, saludo en particular
a la de la Asociación mariológica y a la de los Santuarios, entre los
que destacan los de Loreto y Pompeya.
Dirijo asimismo un saludo especial a los ciudadanos de Lecco: al
numeroso grupo de peregrinos aquí presentes y a cuantos nos siguen en
directo desde la plaza central de esa ciudad. Os agradezco los dones
ofrecidos al Congreso y vuestra generosa contribución a la
reconstrucción del santuario nacional de La Vang, en Vietnam.
Saludo a todos los fieles de habla francesa presentes en el Ángelus, en
particular a los miembros del Congreso mariano internacional. Mi oración
se dirige a los fieles reunidos en los santuarios marianos, para
encomendarse a Nuestra Señora, particularmente en los de Lourdes,
Banneux, La Vang y Poponguine. Me uno a la alegría de la diócesis de
Puy-en-Velay, gran lugar de peregrinación a la Virgen María, que acogerá
el próximo Congreso mariano internacional.
Desde la plaza de San Pedro mi pensamiento se dirige a los santuarios
marianos en los países de lengua inglesa, y con afecto saludo a los
fieles que se hallan reunidos en esos santos lugares para honrar a la
Madre de Dios. Entre los numerosos lugares marianos de peregrinación,
deseo mencionar en particular: Walsingham, en Inglaterra; Knock, en
Irlanda; el santuario de la Inmaculada Concepción, en Washington
(Estados Unidos); Nuestra Señora del Buen Viaje, en Antipolo
(Filipinas); y Velankanni, en la India. Ojalá que en este Año jubilar
todos vosotros sintáis más intensamente la presencia materna y la
protección de María.
Mi pensamiento se dirige a todos los lugares de culto mariano en los
países de lengua alemana, en especial a los de Altötting, Kevelaer,
Einsiedeln y Mariazell. En el curso de mis viajes pastorales he tenido
ocasión de rezar en estos lugares sagrados por la Iglesia y por el
mundo. Por intercesión de la santa Madre de Dios, invoco sobre vosotros
abundantes bendiciones de Dios.
En esta jornada mariana del gran jubileo, saludo cordialmente a los
fieles de lengua española que visitan los santuarios marianos de su
propia tierra. En particular, recuerdo a los representados hoy aquí:
Guadalupe, de México; Luján, de Argentina; Chiquinquirá, de Colombia; el
Pilar, de España; la Merced, de Ecuador; Monserrate, de Puerto Rico; y
Nuestra Señora de los Ángeles, de Costa Rica. A todos os encomiendo bajo
la protección de la Virgen María.
En esta ocasión deseo recordar también los santuarios de Aparecida, en
Brasil, y Fátima, en Portugal, del que guardo un recuerdo particular por
estar unido a la protección especial de la Virgen santísima en estos
años de pontificado. Queridos peregrinos de lengua portuguesa que
frecuentáis esos y otros santuarios marianos, rogad siempre a Dios a
través de María, Madre de nuestro Salvador, Jesucristo.
Al concluir el Congreso mariológico-mariano internacional, me dirijo con
el pensamiento a Jasna Góra y a la amada Kalwaria, y a todos los
santuarios marianos de Polonia. Visito espiritualmente el santuario de
Svatá Hora u Pribrami, en la República Checa; el de la Madre de los
Siete Dolores, en Sastín, Eslovaquia; y el de María Bistrica, en
Croacia; los santuarios de Ostra Brama, en Lituania; de Aglona, en
Letonia; de Zarwariycia, en Ucrania; así como la famosa iglesia ortodoxa
de Kazan, en Rusia, y los demás lugares de Europa central y oriental
santificados por la presencia especial de la Madre de Dios y por la
oración de los que a ella se acogen. En el día del jubileo de los
santuarios quiero estar presente de modo especial en aquellos lugares
sagrados para encomendar la Iglesia y todo el mundo a la protección
maternal de la Virgen. ¡María, Madre de Cristo y de la Iglesia, ruega
por nosotros!
2. Queridos hermanos, en este clima de intensa devoción mariana, recemos
juntos ahora la plegaria del Ángelus. Que la Madre del Verbo encarnado
os ayude a todos a colaborar generosamente en la obra de la Redención.
Fuente:
vatican.va
|
|