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Madre de los
Santuarios...
SS.
Juan Pablo II
Angelus.
Vaticano. Domingo 19 de septiembre de 1993
Queridos hermanos y hermanas:
1. También hoy deseo volver a hablaros de mi reciente peregrinación por
los países bálticos: Lituania, Letonia y Estonia. Antes de la plegaria
del Ángelus, me parece oportuno recordar el singular sendero mariano que
conduce desde el santuario de Puerta de la Aurora en Vilna, pasando por
el de Siluva hasta el de Aglona en Letonia. Hoy deseamos recorrer con la
oración ese sendero, que ha entrado profundamente en la historia del
pueblo de Dios. La Madre del Señor, conduciendo a ese pueblo en la
peregrinación de la fe, es el testigo particular de las pruebas que ha
debido soportar a lo largo de su historia.
2. No olvidemos que en ambos lados de ese sendero mariano en la historia
del pueblo de Dios se inscribe una gran experiencia de sufrimiento: de
sacrificio y de martirio. Precisamente de esto habla la colina de las
Cruces en Lituania. Pero el ámbito en que se consumó ese martirio ha
sido mucho más amplio. Se extendía hacia el este; y no sólo hasta los
Urales, sino mucho más allá. ¡Cuántos hombres y mujeres inocentes fueron
víctimas de crueles persecuciones! ¡Cuántos mártires!
En el espacio inmenso del este europeo, a finales de este siglo, también
la Iglesia ortodoxa puede decir con razón lo que los Padres de la
Iglesia habían proclamado a comienzos de la difusión del Evangelio:
Sanguis martyrum, semen christianorum. A lo largo de ese sendero
mariano, en los países bálticos, nos encontramos con la Reina de los
mártires que estaban al pie de la cruz. De un modo u otro, todos esos
mártires completaron lo que falta a las tribulaciones de Cristo (cf. Col
1, 24). La pasión redentora de Cristo abraza y supera todo, y sin
embargo, espera que los hombres la completen constantemente.
3. Madre de los mártires - Madre de la Iglesia. En ambos lados de ese
sendero mariano se halla el pueblo de Dios, vive la Iglesia: en nuestros
hermanos y hermanas ortodoxos del patriarcado de Moscú y de toda Rusia;
y en los hijos e hijas de las confesiones cristianas que nacieron de la
Reforma. ¿No es elocuente el hecho de que, con frecuencia, hayamos
estado juntos durante mi peregrinación por los países bálticos? Juntos
hemos orado; y juntos hemos contemplado nuestro pasado a la luz de la
oración de Cristo por la unidad. Esta oración nos indica el camino que
nos conduce al futuro, y que no podemos menos de recorrer.
4. ¿A quién interesó más que a ti, Madre de Dios, Theotokos, la oración
de Cristo por la unidad? ¡Es la oración por el Cuerpo de tu Hijo! La
Iglesia es cuerpo de Cristo y, en cuanto cuerpo, debe formar una unidad.
Madre de los santuarios del Báltico; Madre de los santuarios en tierra
rusa y rutena; Madre de los santuarios más allá de los Urales, ruega con
nosotros al pie de la cruz de Cristo; ruega con nosotros, que recordamos
la sangre de los mártires. Ruega con nosotros por la unidad. Cristo
quiso que la fe del mundo entero dependiera de esta unidad: «Que ellos
también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú [Padre] me
has enviado» (Jn 17, 21).
Madre de todos los santuarios esparcidos por el mundo, ruega con
nosotros por la unidad, para que el mundo crea.
A todos bendigo de corazón.
Fuente:
vatican.va
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