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Santuarios Marianos...
SS.
Juan Pablo II
Angelus.
Vaticano. Domingo 15 de julio de 1990
"Montes y colinas, bendecid al Señor" (Dn 3, 75).
1. Con estas palabras del cántico de los tres jóvenes del libro del
profeta Daniel, que están en armonía con el paisaje sugestivo que nos
rodea, queremos elevar la oración del Ángelus a la Virgen Santísima, tan
venerada en este santuario de Barmasc bajo la advocación de la Virgen
del "Bon Secours".
La devoción a esta antigua imagen ha convocado a lo largo de los siglos,
y convoca aún hoy, a numerosos peregrinos, que vienen hasta aquí para
alabar a la Madre de Dios e invocar su ayuda y protección. Es famosa la
procesión histórica de 1872, que salió de Châtillon, pequeña ciudad del
centro de este valle, y llegó al santuario a través del escarpado Col
Portola, y retornó por el abrupto sendero de Saint-Vincent. Este es un
signo de que vuestra piedad mariana no se rinde frente a los obstáculos,
con tal de rendir homenaje a la Virgen, representada en el tierno
momento de amamantar al Niño Jesús.
2. Mientras estamos aquí en oración, el pensamiento vuela hacia todos
los santuarios marianos que pueblan el valle de Aosta, las deliciosas
localidades de los Alpes y toda la península italiana. No puedo menos de
recordar, dado que no está lejos de aquí, la imponente estatua de la
Virgen, erigida en la cima del monte Zerbion por los veteranos de la
Gran Guerra e invocada con el nombre de "Stella Alpluim".
Me complace pensar que estos santuarios marianos han surgido en la
montaña como un eco de esa hermosa página del evangelio de Lucas que
recuerda a la Virgen de Nazaret quien, tras la anunciación, "se fue con
prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá" (Lc 1, 39). Esta
predilección por la montaña, que por su naturaleza tiende hacia el
cielo, también asume un significado para nuestros días: es una
invitación a elevar la mirada hacia lo alto, desde donde ―según el
salmista― viene la ayuda divina: "Él me responde desde su santo monte"
(Sal 3, 5).
3. También yo gozo aquí de esta atmósfera espiritual. Os doy las gracias
por la posibilidad que me ha sido dada de tener un momento de descanso
tan gratificante y tonificante, con vistas al trabajo que me espera.
Os deseo un sereno período de descanso y os saludo a todos vosotros:
residentes y turistas.
Os recomiendo a la intercesión de la Virgen del "Bon Secours"; ofrecedle
a ella vuestros corazones; invocadla para que proteja a vuestros niños y
a vuestros jóvenes, a los ancianos, a los enfermos y a los marginados
que viven a menudo en la soledad y el abandono.
La Virgen del "Bon Secours", la Estrella de los Alpes, desde sus
santuarios célebres o humildes, os proteja a todos vosotros y a todos
los hombres.
Fuente:
vatican.va
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