El Rosario, arma que puede detener las guerras

SS. Juan Pablo II

 

Angelus, 29 septiembre 2002

¡Queridos hermanos y hermanas! 


1. Nos encontramos ya a las puertas del mes de octubre que, con la memoria litúrgica de la Bienaventurada Virgen del Rosario, nos estimula redescubrir esta oración tradicional, tan sencilla y al mismo tiempo tan profunda. El Rosario es un camino de contemplación del rostro de Cristo realizado --por así decir-- con los ojos de María. Por tanto, es una oración que, si se arraiga en el corazón mismo del Evangelio, está en plena sintonía con la inspiración del Concilio Vaticano II y en perfecta línea con la indicación que he dado en la carta apostólica «Novo millennio ineunte»: es necesario que la Iglesia reme «mar adentro» en el nuevo milenio, recomenzando por la contemplación del rostro de Cristo. 

Deseo, por tanto, sugerir el rezo del Rosario a cada una de las personas, a las familias, y a las comunidades cristianas. Para reforzar esta invitación, estoy preparando también un documento que ayude a redescubrir su belleza y profundidad. 

2. Deseo encomendar a la oración del Rosario una vez más la gran causa de la paz. Estamos ante una situación internacional llena de tensiones, en ocasiones incandescentes. En algunos puntos del mundo, en los que el enfrentamiento es más fuerte --pienso en particular en la martirizada tierra de Cristo-- se puede constatar que de poco sirven los intentos de la política --siempre necesarios--, si los ánimos permanecen exacerbados y no son capaces de una nueva mirada de corazón para retomar con esperanza el diálogo. 

Ahora bien, ¿quién puede infundir estos sentimientos? ¿No es acaso Dios? Es más necesario que nunca que se eleve a Él desde todo el mundo la invocación por la paz. Precisamente en esta perspectiva, el Rosario se revela una oración particularmente indicada. Construye la paz, pues al mismo tiempo que hace un llamamiento a la gracia de Dios, siembra también en quien lo reza esa semilla de bien, de la que se pueden esperar los frutos de justicia y de solidaridad en el vida personal y comunitaria. 

Pienso en las naciones, pero también en las familias. ¡Cuánta paz se aseguraría en las relaciones familiares, si se retomara el rezo del Santo Rosario en familia! 

[A continuación, Juan Pablo II saludó a los peregrinos en francés, inglés, alemán, castellano, portugués, polaco e italiano. En castellano pronunció estas palabras] 

Saludo a los peregrinos de lengua española. Pasado mañana comienza el mes de Octubre dedicado al Rosario. Os exhorto a valorar cada vez más esta devoción como oración personal y comunitaria que nos conduce, de modo fácil y accesible, a la contemplación de Cristo. ¡Que Dios os bendiga! 
[Al final, en italiano, concluyó] 

4. La oración, que ahora nos disponemos a rezar, comienza recordando el anuncio del Arcángel Gabriel a la Virgen María. Precisamente hoy se celebra la fiesta de los santos arcángeles Miguel, Gabriel, y Rafael: que estos poderosos ministros de Dios, nos ayuden a responder siempre con amor generoso a su voluntad.

Fuente: Zenit.org