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Fiesta de la Ascensión
SS.
Juan Pablo II
Regina Caeli,
jueves 8 de mayo de 1986
Viaje
pastoral a Romaña, Italia
Queridos
hermanos y hermanas:
1.
Recién llegado a la tierra de Romaña, me siento feliz de poder rezar
la oración mariana "Regina coeli" en esta plaza que
constituye un punto ideal de referencia religioso, histórico y artístico
en esta ilustre ciudad, colocada bajo la protección de Nuestra Señora
del Fuego, cuya imagen, desde lo alto de la columna, no cesa de
velar y de interceder por el pueblo de Forlí.
Veo
con satisfacción reunidos a los pies de la Virgen a los niños y niñas
de las escuelas, los cuales han querido tomar parte en este encuentro
para tributar a la Virgen un homenaje de flores. ¡Muy bien, queridísimos
niños y niñas! Vosotros traéis a la Virgen Santa el entusiasmo de
vuestros jóvenes corazones y el perfume de vuestras buenas acciones,
tan bien simbolizadas por las flores que tenéis en la mano. Que este
gesto quede como un compromiso también para vuestro mañana. Amad a la
Virgen cada vez más y continuad, sobre todo en este mes de mayo,
llevando flores espirituales a su sagrada imagen, que, desde que salió
milagrosamente ilesa del furioso incendio, se ha convertido para cada
uno de los hijos de Forlí en patrona y custodia de los destinos de la
ciudad y de sus habitantes. Hoy es también la fiesta de la Virgen de
Pompeya, una devoción tan entrañable a todos los italianos, vinculada
de manera especial al rezo del Rosario.
Saludo
afectuosamente a todos los presentes y lo hago de un modo especial a los
enfermos y a las religiosas de clausura, con las que dentro de poco me
encontraré en la catedral y a cuyas oraciones encomiendo el buen
resultado de esta visita pastoral.
2.
Que la Virgen sea para todos vosotros, queridos hijos de Forlí, la
buena estrella en el camino de la vida; que sea la guía de todos los
que viven solícitamente por el verdadero bien y el auténtico progreso
de esta ciudad; que ilumine y sostenga a los que se comprometen en vivir
con coherencia los ideales cristianos; que inspire a las nuevas
generaciones en el esfuerzo por conseguir las grandes metas del mensaje
evangélico; que haga sentir a los trabajadores el valor de su obra y cuán
cercana está la Iglesia a ellos; que haga florecer en cada hogar la
alegría, la concordia y la paz; que sea el consuelo, la esperanza y la
ayuda de todos los que se hallan afligidos.
Pidamos
a María Santísima, queridos hijos de Forlí, que conceda a todos la
serenidad, la fortaleza y la bondad; que haga brillar sobre el rostro de
cada uno de los hombres y mujeres la luz redentora de Cristo resucitado.
3.
Ante esta Sacra Imagen vinieron a orar Pío VI (7 de marzo de 1782),
yendo hacia Viena; Pío VII (15 de abril de 1814), al regresar de su
prisión en Francia bajo Napoleón; Pío IX (5 de junio de 1857),
durante su visita a las tierras entonces "pontificias".
Y
hoy la Providencia me concede a mí esta significativa posibilidad de
comenzar aquí mi visita. Quiera la Reina del cielo asistirme en este
itinerario pastoral, en el que tendré la alegría de administrar
algunos sacramentos instituidos por Nuestro Señor Jesucristo para la
salvación de su pueblo. Aquí, en Forlí, conferiré esta tarde el
sacramento del bautismo a siete recién nacidos, y llamaré la atención
sobre la importancia de este sacramento, que nos eleva a la dignidad de
hijos de Dios. Luego, administraré la primera comunión en Cesena, la
confirmación en Imola, el matrimonio en Faenza. En Ravena me encontraré
con los candidatos al sacerdocio: por esto, mi visita será un itinerario
sacramental, un camino intenso para promover la pastoral de los
sacramentos, tan recomendada por la reforma litúrgica; y deseo que
sirva para estimular una mejor comprensión de las riquezas de gracia
contenidas en los sacramentos, impulsando a recibirlos con mayor fervor
y a llevar a la práctica sí íntimo dinamismo.
Pido
para vosotros a la Virgen la alegría pascual, deseando que la gracia de
Cristo Señor "fruto bendito de su vientre", suscite en todos
vosotros una mayor conciencia del gran honor de ser cristianos, y del
compromiso que de ello se deriva para una coherente conducta de vida en
la realidad misteriosa e inefable de la Iglesia, de la que la Virgen es
Madre y Reina.
"Regina
coeli, laetare"
Fuente:
vatican.va
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