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Fiesta de la Asunción de la Virgen María
SS.
Juan Pablo II
Jueves 15 de agosto de 1985. Kinshasa, Zaire
Viaje apostólico a
África
Queridos
hermanos y hermanas:
Sabéis
que todos los domingos en Roma el Papa tiene la costumbre de recitar el
Ángelus con los fieles presentes y con otros muchos que lo siguen por
la radio. En este día de fiesta mariana, me alegra recitar con vosotros
esta oración que recuerda en pocas palabras el misterio de María, la
Sierva del Señor a quien fue concedida la gracia de convertirse en
Madre de Dios, y todo el misterio de la Encarnación, del Dios que vino
a habitar entre nosotros.
Honramos
a la Virgen María especialmente en este día, en que la contemplamos en
la gloria. Ella respondió al anuncio del ángel por la fe pura. Desde
el primer momento de su misión, se mostró completamente disponible al
servicio del Señor. Ahora, Ella comparte en su humanidad, la condición
gloriosa de la Nueva Alianza sellada en la muerte y resurrección de su
Hijo Jesucristo. Ella, que se había entregado enteramente, ha sido
plenamente colmada por la presencia de Dios y vive para siempre en la
luz del reino.
María,
que diste tu Hijo al mundo, / María, que seguiste el camino de la cruz,
/ María, que estuviste en medio de los discípulos en el Cenáculo, /
María, que conociste los comienzos de la Iglesia en Pentecostés con la
fuerza del Espíritu, / María, que eres Madre de todos los hombres
salvados por Cristo, / María, Tú que instruiste en tu camino a la
Beata Anuarite y a tantos Santos y Santas, nosotros te alabamos hoy y te
pedimos con confianza: / ¡En tu ternura, intercede por la humanidad en
su debilidad!, / ¡en tu gloria, afianza en nuestros corazones la
esperanza de la salvación!, / ¡vela por todos tus hijos de África, /
oh nuestra Señora de África! Amén.
Fuente:
vatican.va
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