Asunción de la Santísima Virgen María

Congregación para el Clero. Vaticano

 

La Enciclopedia Católica dice: 

"San Juvenal, Obispo de Jerusalén, en el Consejo de Chalcedon (451). hizo saber al Emperador Marcian y Pulcheria, quien deseaba obtener el cuerpo de la Madre de Dios, que María murió en la presencia de todos los Apóstoles, pero que su tumba, cuando fue abierta por pedido de Santo Tomás, se encontraba vacía; y que los Apóstoles concluyeron que el cuerpo había sido llevado al Cielo" 

El Consejo Vaticano II enseña en la Constitución Dogmática Lumen Gentium que "la Virgen Inmaculada, libre de toda mancha de pecado original, fue llevada a la gloria del cielo en cuerpo y alma cuando su vida terrenal terminó y fue ensalzada por el Señor como Reina de todas las cosas (n.59)." 

Santo Papa Juan Pablo II agrega: 

La Virgen Bendita "habiendo entrado en el reino eterno del Padre, mas cerca a su Divino Hijo y por ende a todos nosotros, puede ejercitar mas efectivamente en el Espiritu, el rol de intercesión maternal confiado a ella por la Divina Providencia." 

En el plan eterno de Dios, la Asunción de María al cielo completa el peregrinaje de María sobre la tierra, un peregrinaje de fé y de entrega. Su camino no fue fácil, pero a través de sus pruebas, su Fé profundizó. Ella observó el desarrollo del plan del Padre, lo entendió y voluntariamente jugó el papel que Dios tenía para ella, con humildad. Aunque desde su concepción ella fue agraciada con los méritos de la Cruz de Jesús, libertad de las ataduras del pecado, aun así, como humana, tuvo que lidiar con emociones y decisiones. Su triunfo fué un triunfo de Fé. 

Nosotros también estamos en el plan de Dios, también somos invitados en este peregrinaje de Fé. Nuestra Santa Madre nos invita desde el Cielo a seguir el ejemplo de Jesús y confiar en nuestro Señor como ella lo hizo. En el plan de Dios todos podemos ser colmados con vida divina y ser amados hijos e hijas de Dios. El rol de María es un ejemplo para nosotros de las bendiciones y gracias que nosotros también podemos recibir cuando entregamos nuestro corazón al Señor.

Fuente: clerus.org