¡Qué bien! ¡Pero qué bien cumplió!

Padre  Javier Leoz 

1.- Estamos celebrando una de las grandes fiestas de nuestra piedad mariana: la Asunción de Maria a los cielos. ¿Qué es lo que buscan o pretenden los atletas, los deportistas, los países que participan en diversas competiciones nacionales o mundiales?: rivalizar para ganar, conquistar el podium y, con cuantas medallas, más y mejor.

La festividad de la Asunción, me atrevería a decir, es la gran distinción que DIOS impone a la Virgen por haber estado ahí, por haber corrido hasta el final, por haber permanecido fiel, por no haber humillado al adversario –y esta es la diferencia con los juegos de los hombres- sino al revés: haberse humillado para que Dios hiciera aquello que tenia pensado

Hoy es el día en el que Dios eleva a la Virgen al podium del cielo; le abre sus puertas, la sienta a su lado por haber jugado limpiamente, con sencillez y obediencia, en pobreza y humildad, con pureza y desde la disponibilidad.

2.- No es extraño, por lo tanto, que miles de pueblos, ciudades, congregaciones, parroquias, diócesis, hermandades etc., la tengan como punto de referencia en sus vidas: la suerte que tuvo Ella la queremos tener nosotros. 

-La lotería que le tocó a Ella, ser ascendida cerca del rostro de Dios, la añoramos, meditamos, cantamos y queremos para nosotros.

-Si Ella en este día subió a los cielos, nosotros también estamos llamados a juntarnos con la Madre en ese mismo lugar

-Si Ella permaneció hasta el final FIEL a sus principios, que nosotros no los olvidemos. La fiesta de la Asunción es precisamente eso: no perder el norte; no permitir que nadie vulgarice y adultere nuestra vida.

Una de las epidemias que nos asola, es la desmotivación general que existe en la juventud por superarse (¿ascender?) ¡Cómo se queman etapas antes de tiempo! ¿Qué pasará dentro de unos años ante la ausencia de ideales? Hay una respuesta y reto a la vez: llenar de nuevo el fondo de las personas; rearmarlas y rehacerlas de nuevo con la presencia de Dios.

Ante la presión sistemática, para que miremos exclusivamente a la tierra obviando esos otros valores que emergen del cielo, de esa fuente de felicidad y de fortaleza que nos viene de la fe en Dios, la Asunción es una invitación a elevar la cabeza, el espíritu y la mente.

A eso ha vino el Papa Benedicto a Valencia: .en la debilidad de la sociedad, DIOS nos da pistas para encarar de nuevo el futuro.

Por eso venimos aquí nosotros y honramos a la Virgen, la llevamos en procesión en este 15 a agosto o manifestamos públicamente nuestra adhesión a Ella.

3.- Fiesta de la Asunción. Llamada a mirar al cielo, a contemplar una vida ejemplar y valientemente vivida por Santa Maria. 

Hoy Dios se la lleva a su lado, porque su cuerpo no puede corromperse en la tierra. 

Mirar al cielo y tener fe como Ella, conlleva un triunfo. Una apoteosis que no son las medallas de oro y de plata que el azar o el mérito de la vida nos da, es la alegría de ver un día cara a cara a los nuestros y ver cara a cara el rostro de Cristo, el semblante de Dios, la fuerza viva del Espíritu, la figura que tanto hemos amado, mientras estábamos en la tierra, de Maria.

4.- Subes Maria

Subes, Santa María, Virgen y Madre

porque, mientras estuviste con nosotros en la tierra,

ye dejaste llevar por la Palabra que, suavemente, bajaba del cielo.

Subes, Santa María, porque Dios no puede permitir

que, tanta belleza, quede escondida y corrompida

por lo que, a los demás, un día nos ocurrirá.

Subes, Santa María, y se abren las puertas del cielo

con la misma rapidez, y de par en par,

como se abrieron las de tu corazón en aquel día de Nazaret.

Subes, Santa María, ¿subes o te llevan?

¡Te lleva, Virgen y Madre!

¡Te lleva el Dios que te enamoró!

¡Te lleva, a su lado, el Dios que cautivó tu corazón!

¡Te lleva, cerca de su trono, Aquel que por un Ángel te habló!

Subes, Santa María, para recibir el premio por tanta locura de amor

Subes, Santa María, para ser coronada por el mismo Dios

¿Subes, María, o te suben?

¡Te ascienden, María!

Te ascienden para que nos señales el camino a los demás

Para que, viendo el destello de tu gloria,

no olvidemos el sendero que une el cielo con la tierra

Para que, entrando Tú, como lo hizo el Hijo,

un día también nosotros podamos gozar, bailar,

festejar, cantar y saborear lo que, en este día,

Tú contemplas y sientes al ser elevada.

¡Felicidades, María!

¡Felicidades por este premio que Dios te concede!

¡Felicidades por estar tan cerca del trono de la Gloria!

¡Felicidades por haber cumplido tanto y tan bien!

¡Felicidades por ser referente en nuestra vida de fe!

¡Felicidades por no conocer la corrupción!

¡Felicidades por tanto amor en el cielo!

¡Felicidades por ser Madre en la tierra!

¡Felicidades, y no olvides, guiarnos desde el cielo!

Amén.

Fuente: betania.es