150 años del Dogma de la Inmaculada Concepción

Arnold Omar Jiménez Ramírez


Transparente, limpia, congruente 

«...Declaramos, proclamamos y definimos que la doctrina que sostiene que la Beatísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios Omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús, Salvador del género humano, está revelada por Dios y debe ser por tanto firme y constantemente creída por todos los fieles...», (Pío IX, Bula Ineffabilis Deus –El Dios inefable–, 8 de diciembre de 1854).

El próximo 8 de diciembre se celebrará, en todos los rincones del orbe católico, el 150 Aniversario de la solemne proclamación del Dogma de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María. La palabra «dogma» proviene del griego dokein, cuyo significado es «enseñar»; un dogma constituye una verdad de fe contenida en la Sagrada Escritura o la Tradición de la Iglesia, y es propuesta por la Iglesia, bien por definición solemne o por magisterio ordinario y universal. El Dogma de la Inmaculada proclama que la Santísima Virgen María nació sin la culpa del pecado original, es decir, sin mancha alguna (Inmacula, del latín «sin mancha»).

“...Llena de Gracia”

En efecto, la Biblia no menciona explícitamente el Dogma de la Inmaculada Concepción, como tampoco menciona otras doctrinas que la Iglesia recibió de los Apóstoles. La palabra «Trinidad», por ejemplo, no está contenida en este Libro sagrado. Pero la Inmaculada Concepción se deduce de la Biblia, cuando ésta se interpreta correctamente a la luz de la tradición apostólica. El primer pasaje que contiene la promesa de la Redención, es Gn 3, 15; ahí se menciona a la Madre del Redentor. Es el llamado Proto-evangelium, (primer Evangelio), donde Dios declara la enemistad entre la serpiente y la mujer. Cristo, la semilla de la mujer (María), aplastará la cabeza de la serpiente. Ella será exaltada a la gracia santificante que el hombre había perdido por el pecado. Sólo el hecho de que María se mantuvo en estado de gracia puede explicar que continúe la enemistad entre ella y la serpiente. El Proto-evangelium, por lo tanto, contiene una promesa directa de que vendrá un redentor. Junto a Él se manifestará su obra maestra: La preservación perfecta de todo pecado de su Madre virginal.

En tanto que en Lc 1, 28, el Ángel Gabriel, enviado por Dios, le dice a la Santísima Virgen María: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Las palabras, en español, «llena de gracia», no tienen comparación con el texto griego original, cuyo vocablo kejaritomene, significa «una singular abundancia de gracia, un estado sobrenatural del alma en unión con Dios». Así pues, el pasaje sugiere la Inmaculada Concepción de María.

“...Desde ahora me felicitarán todas las generaciones”

No obstante que el Dogma se proclamó hace siglo y medio, desde los inicios del cristianismo se proclamaba esta verdad. Ejemplo de ello es lo que afirmaban los Santos Padres cuando se referían a María como la segunda Eva (cfr. Cor 15, 22), porque Ella desató el nudo causado por la primera Eva; y así lo confirman San Ireneo de Lyon, Tertuliano, San Cirilo de Jerusalén, Teodoto de Ancyra y San Agustín, quien la llama como la «absolutamente pura». Igualmente grandes santos han reflexionado sobre esta verdad de fe: San Francisco de Asís era un profundo devoto de la Virgen Inmaculada. El Papa Sixto IV, en 1483, casi cuatro siglos antes del Dogma, había extendido la fiesta de la Concepción Inmaculada de María a toda la Iglesia de Occidente.

Vale la pena rescatar lo que declarara al respecto el beato franciscano Duns Scotto, a quien se le atribuye la preparación de la definición dogmática: Sus biógrafos afirman que su inspiración le vino al pasar por frente de una estatua de la Virgen y decirle: Dignare me laudare te: Virgo Sacrata (Oh, Virgen Sacrosanta dame las palabras propias para hablar de Ti). Luego hizo la siguiente reflexión en voz alta:

—¿A Dios le convenía que su Madre naciera sin mancha del pecado original?
—Sí, a Dios le convenía que su Madre naciera sin ninguna mancha. Esto es lo más honroso para Él.
—¿Dios podía hacer que su Madre naciera sin mancha de pecado original?
—Sí, Dios lo puede todo, y por lo tanto podía hacer que su Madre naciera sin mancha: Inmaculada.
—¿Lo que a Dios le conviene hacer, lo hace? ¿O no lo hace?
— Lo que Dios ve que es mejor hacerlo, lo hace.
Entonces, el beato Scotto exclamó:
— Así pues, para Dios era mejor que su Madre fuera Inmaculada: O sea, sin mancha del pecado original.
—Dios podía hacer que su Madre naciera Inmaculada: Sin mancha.
—Por lo tanto: Dios hizo que María naciera sin mancha del pecado original. Porque Dios cuando sabe que algo es mejor hacerlo, lo hace.

Ejemplo de una Madre

María es libre de pecado por los méritos de Cristo Salvador. Es por Él, que Ella es preservada del pecado. Ella, por ser una de nuestra raza humana, aunque no tenía pecado, necesitaba salvación, que sólo viene de Cristo. Pero Ella, singularmente recibe por adelantado los méritos salvíficos de Cristo. La causa de este don: El poder y omnipotencia de Dios. Así, la única razón por la que María fue preservada de toda mancha es su Maternidad divina. Dios quiso prepararse un lugar puro, donde su hijo se encarnara. Con ello, María fue inmune de los movimientos de la concupiscencia. Y estuvo inmune de todo pecado personal durante el tiempo de su vida. Esta es la grandeza de María: Siendo libre, nunca ofendió a Dios, nunca optó por nada que la manchara o que le hiciera perder la gracia que había recibido. Por eso, María se convierte en el modelo para el hombre de hoy, porque lo invita a mantenerse sin mancha, en medio de una sociedad que ignora el sentido del pecado. La celebración de este acontecimiento no tendrá mucho fruto si nosotros no nos esforzamos en imitar a María, la mujer libre, en no permitir que nada manche nuestra alma.

Fuente: Semanario, Arquidiocesis de Guadalajara, México