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La hermosura elevada a su
máximo esplendor: INMACULADA
Padre Javier Leoz
¡BENDITA
TÚ, ENTRE LAS MUJERES, Y BENDITO EL FRUTO DE TU VIENTRE¡
En el corazón del adviento, y arropados por Isaías y Juan Bautista,
sale a nuestro encuentro Santa María, en uno de los misterios más
populares y sentidos por el pueblo cristiano: pura antes y después.
¿Qué tiene la Virgen para que cristalice de manera tan profunda en los
sentimientos de los creyentes? ¿Por qué sigue siendo un signo
clarividente de confianza y de devoción para el pueblo cristiano?
Su figura, ante todo, es adelanto y aperitivo de la pascua definitiva.
Su belleza y su sencillez, su obediencia y su blancura, su humildad y su
hondura ¿no son signos de la bondad del mismo Dios que se va hacer
presente en Belén?
María es la mujer que reúne ese gran cúmulo de valores que, hoy a
algunos, nos parecen imposibles de alcanzar o sostener:
Ante la sencillez, la sociedad nos vende la abundancia
Ante la obediencia, se nos arrastra hacia el anarquismo
Ante la pureza, los poderes mediáticos, vitorean el simple deseo o
placer
Antes que la pobreza, el hombre prefiere cabalgar holgadamente en el
caballo del materialismo
María, en el corazón del adviento, nos señala esas virtudes, esos
dones, esas gracias, que Dios da a los que confían y esperan en El.
María, portadora de tantos valores, nos empuja a mirarnos en Ella para
que descubramos que, sólo Dios, es capaz de obrar y de iniciar algo así.
María, llena de gracia, nos anima a dejarnos guiar por ese Dios que
colma con toda bendición al que se abre, de arriba abajo, a su
voluntad.
¿Que hemos lapidado muchas de las cosas que representa la Inmaculada
Concepción? Ciertamente. Por ello mismo, la Inmaculada, en el ecuador
del adviento, se convierte en un exponente de aquello que aspiramos y de
lo que nos falta por alcanzar. Es bueno, de todas formas, tener un ideal
por encima de nosotros que nos hable de la belleza interior y del
esplendor, del amor y de la paz, de la alegría y de la gracia al estilo
de Dios. Es decir, como lo vivió y lo sintió María.
Miremos a María en este 8 de diciembre. Sintamos de verdad, con pasión
y sin vergüenza alguna, que Ella fue, es y seguirá siendo, un
personaje singular para el pueblo que cree y espera en la venida del
Salvador.
Contemplemos a María, en esta jornada de su Inmaculada Concepción, y
hagamos un homenaje filial y sin paliativos a su ser mujer, a su
colaboración con los planes de Dios, a su “sí” sin condiciones, a
su obediencia sin farsa, a su disponibilidad sin límites, a su
austeridad sin más pretensiones de riqueza que poseer a Dios latiendo
en sus entrañas.
Con tales actitudes y valores ¿cómo se le iba a escapar a Dios una
morada así?
Con tan buen fondo y hermosura ¿cómo no se iba a enamorar de esta
nazarena?
Con tal perfección y blancura ¿cómo no iba a buscarla, Dios, en su
humilde casa?
Eso, ni más ni menos, es lo que hoy celebramos, exaltamos y veneramos:
su colaboración en la obra de salvación. Su grano de arena para que
Dios restableciese la amistad con el hombre. Su ser para que Dios
tomase, después de dejarse escuchar, forma humana. ¿Se puede pedir más
a un Dios? ¿Se puede exigir más a una mujer como María?
Ciertamente, el Misterio de la Inmaculada Concepción, puede representar
la antítesis de lo que hoy acostumbramos a oir, vivir y pensar.
Precisamente por ello, María, es un personaje singular encumbrado,
celebrado y querido en el corazón de la misma Iglesia. Todo un
referente para quien quiera prepararse, como Ella y con Ella, a la próxima
Navidad.
ORACION
LO MEJOR DE MARIA, SU AMOR
EL EMPUJE DE SU AMOR, SU SENCILLEZ
LO MEJOR DE SU SENCILLEZ, SU ALMA
EL MOVIMIENTO DE SU ALMA, SU OBEDIENCIA
LO MEJOR DE SU OBEDIENCIA, SU “SI”
LO GRANDE DE SU SI, JESUS
EL REGALO DE JESUS, DIOS
LA LOCURA DE DIOS, QUE ES NUESTRO PADRE
LO MEJOR DEL PADRE, QUE NOS DA LA SALVACION
EL FRUTO DE LA SALVACION, LA ETERNIDAD
LO MEJOR DE LA ETERNIDAD, VER A DIOS
¿VER A DIOS? ¡SI!
Y, CON MARIA, PRIMERO, EN BELEN
¿EN BELEN? ¡SI! PRONTO, CON MARIA:
CON LOS OJOS DE SU PUREZA
CON LAS MANOS DE SU DELICADEZA
CON LA FORTALEZA DE SU FE
CON LA HUMILDAD DE SU PERSONA
CON EL GEMIDO DE SUS ENTRAÑAS
¿VER A DIOS? ¡SI!
CON LA SONRISA DE UNA VIRGEN
QUE, POR SER INMACULADA,
ES AGUA Y ES ESPEJO DONDE SE REFLEJA
EL AMOR DE TODO UN DIOS QUE, REBAJÁNDOSE,
BAJA A LA TIERRA.
AMEN
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