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Inmaculada: Devoción y
compromiso
Padre
José Luis Martín Descalzo
Vamos al centro del
jardín de la vida de Maria. Una vida que
se parece muy poco a la mayoría de los seres humanos.
Porque, ustedes ya lo saben, en nuestras vidas no es infrecuente una infancia limpia y una juventud luminosa, pero
¿a quien no se le ha ajado el alma al llegar a la madurez? Sucede como cuando contemplamos el nacimiento de un arroyo, que
nace tan limpio entre las penas, con el agua tan fresca y tan sin contaminar. Pero, luego, creciendo, se va
llenando de ramas, de lodos, de los residuos que quienes se sientan en sus orillas
van echando a sus aguas. Entonces descubrimos que lo que nació tan limpio se va convirtiendo mas que en un
rió en un lodazal.
Con el alma de Maria no ocurrió así: su vida de mujer siguió tan limpia como su vida de
niña. El mal del mundo no logro ensuciar nunca sus orillas. Por eso
podía Ilamarla Bernanos a la "benjamina de la humanidad, el miembro mas joven del
genero humano".
Cuando todo en el aire empieza a oler a Navidad coloca la
Iglesia esta festividad de la Inmaculada como una invitación y un prólogo
a la ternura. Efectivamente, cuantos de ustedes tuvieron sobre sus camas de
niños un cromo de la Virgen, un cromo posiblemente muy feo, pero que nos lleno de
alegría el corazón. Y no hay que tenerle miedo a la ternura, ni al corazón.
Sobre todo ahora que parece que el mundo estuviera enfermo
de tantas razones y tan poca ternura.
Hay quienes piensan que hemos abusado de la ternura y del cariño hablando de la Virgen. Hay quienes dicen que a la
devoción mariana, lo mismo que a las purgas de los niños, le hemos
echado mucho azúcar para no ver, por ejemplo, la tremenda
pobreza en que vivió de hecho Maria, la oscura fe en que se realizo toda su vida. Yen parte tienen
razón quienes esto dicen. En parte solo, porque la ternura es y puede ser el comienzo de la
devoción mariana. Un escritor amigo ha dicho que incluso los mas grandes
teólogos cuando algo les duele, cuando se ponen malitos, le rezan no a la Virgen de sus grandes tratados teológicos, sino a la del cromo
feísimo que tenían de niños encima de sus camas.
Pero es cierto que la ternura es solo el comienzo de la devoción mariana, que nuestro amor a la Virgen
quedaría muy incompleto si se limitara a eso.
Nos lo dijo bien claro el Papa: "No olvidéis que la fe sin obras esta muerta. Que la
devoción mariana de los españoles sea fecunda y operante. Que se haga solicitud hacia todos, especialmente hacia los mas necesitados, marginados,
minusválidos, enfermos y los que sufren en el cuerpo y en el alma".
Esa es la autentica y completa devoción a Maria. La que no solo se limita a querer a la Madre, sino que lucha por que
también sean felices sus hijos.
Yo pienso que si hoy Maria y José vivieran en España esta rían posiblemente parados. Y yo no entiendo muy bien como
podrán celebrar la fiesta de la Inmaculada quienes no hayan luchado para que haya un parado menos. Porque solo una nación en la que todos se quieran y se ayuden puede presumir
de tener por patrona a Maria.
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