María redimida

Padre Lorenzo Amigo

 

Es una verdad revelada fundamental que todos los hombres, por sí mismos, sin la gracia, son pecadores. Todos tienen necesidad de la gracia para ser salvados. Es la doctrina de la justificación
por la fe de Pablo. La Leyes buena, pero como el
hombre es malo, se convierte en instrumento de muerte. Las obras no son en sí malas, están prescritas por Dios, y el hombre será juzgado por sus obras. Pero son inútiles porque el hombre es malo. Decir que una persona al menos escapa a esta condición pecadora en su mismo nacimiento es relativizar esta condición. Es admitir que no es imposible al hombre salvarse por sus propias fuerzas. Cristo escapa a esta condición, pero su
situación es totalmente diferente. Su persona es una persona divina que no tiene nada que ver con el pecado. En cambio, María es una simple persona humana, en principio expuesta al pecado.
Cristo nos salvó por medio de su muerte y su resurrección.
La única gracia que existe es la de la remisión de los pecados.
Si María no fue rescatada, se la sustrae a la gracia de Cristo y de la comunidad de los rescatados. María ha tenido que ser redimida.
María ha sido redimida. Ha sido redimida de una manera más perfecta. Ha sido preservada del pecado en vez de levantada después de haber caído. La redención no requiere un estado
anterior de pecado. Un hombre preservado en gracia es salvado y redimido. Tanto el no caer como el levantarse son gracias de Dios. Su Redención, como la de los demás hombres, ha .
sido realizada por Cristo. María fue redimida de manera más perfecta porque se sitúa precisamente en el punto de la historia de la salvación en el que se realiza la obra de salvación del mundo. Su Redención se deduce inmediatamente de la vocación a ser Madre de Dios Salvador.
En María la Iglesia ha llegado ya a la perfección, mientras en los fieles debe esforzarse por crecer en santidad venciendo el pecado. También la comunidad celeste de los elegidos ha llegado
ya a su perfección. Pero María representa el grado más alto de santidad que puede obtener la Iglesia en uno de sus miembros. María vivió siempre sin pecado. En ella el triunfo de la Redención de Cristo fue completo ya en este mundo. Ella realizó aquí abajo lo que la Iglesia no puede esperar realizar
perfectamente, sino en el más allá. No por eso es un ideal inasequible.
Su santidad la ha recibido para arrastrar a toda la
comunidad cristiana hacia su Hijo. La santidad no es una idea abstracta, sino algo concreto encarnado en Jesús y María.

(Los más bellos textos sobre la Virgen, PPC,
Madrid, 1983, pp. 204-205)

Fuente: Antologia Mariana, Edibesa