Santa María, Madre de Dios

Pedrojosé Ynaraja

 

San Lucas 2, 16-21 

1.- Vosotros hace unos meses iniciasteis el curso escolar, hoy se inicia el nuevo año civil. Es costumbre en estas ocasiones felicitar a quienes uno quiere, es decir, decirles que deseamos sean felices. Y al hacerlo, seguramente nos sonríen y están algo más satisfechos de sí mismos. En la primera lectura de la misa se nos habla de cómo felicita Dios. A sus buenos augurios le llamamos bendición. Cuando el Señor bendice no es que puramente nos desee cosas buenas, es que está posibilitando su realización. Bendecir es una palabra que se deriva del latín bene dicere. Cuando Dios dice bien de una persona, habla bien a una persona, algo cambia, en algo mejora ella. Pero también desea que nosotros bendigamos. Si lo hacemos, mejoraremos al otro y mejorará nuestro interior, tan inclinado como está a despreciar a los demás, o a tenerles envidia. Cuando la gente bendice, cuando ayuda con sus palabras y sus obras, se transforma de tal manera que, al Dios Padre de Jesús, se atreve a hablarle familiarmente y decir que es su papá. De esto nos habla la segunda lectura.

2.- El evangelio es semejante al que escuchamos en Navidad. Hay que darse cuenta de que se nos cuenta que los pastores no se reservaron la noticia que les habían dado los ángeles, ni se callaron lo que vieron en Belén. Hablaron de todo ello y resultó que la gente al oírlos se maravillaba. Parece una tontería decir esto, pero hay que observar que las cosas que ocurren, o que nos cuentan hoy en día, no nos asombran. ¡Estamos tan acostumbrados a que nos ofrezcan novedades! Sí, estamos tan acostumbrados a que nos cuenten tonterías, que puede pasar que no nos demos cuenta de que ocurren cosas importantes que merecen que pongamos atención y que si las pensamos, puede cambiar nuestra vida. Las cosas importantes muchas veces no las hacen, o las cuentan gente importante. Los hombres sencillos son capaces de vivir y luego contar cosas que tienen mucho valor, pero que la gente no les da importancia, porque no las dice uno que gane trofeos, o salga por la Tele. Es una lástima.

3.- La fiesta de hoy se llama: Santa Maria, Madre de Dios. No decimos que aquella chica de Nazaret sea una diosa madre. Maria es humana como lo somos nosotros. Hoy en día diríamos que su genoma y el nuestro, son semejantes. Lo que afirmamos es que ella fue la madre auténtica de Jesús, la que lo llevó en su seno y lo dio a luz. Si el Hijo de Dios pudo ser hombre, es gracias a que Maria le proporcionó un cuerpo. 

En el evangelio de hoy se dice una cosa asombrosa: dice el evangelista que lo que le pasaba con aquella criatura, ella su madre, lo meditaba y guardaba en su corazón. Hoy los hombres saben nadar, cantar, hablar inglés, pero no se les ocurre que hay que practicar un deporte subterráneo y difícil: pensar. Siempre quieren escuchar música o ver la Tele. Les da miedo el silencio y la soledad, por eso su interior está vacío y nunca viven satisfechos. Si queremos hacer algo en la vida, ser algo importante a los ojos de Dios, tenemos que aprender a estar solos, a pasar ratos en silencio y soledad y dejar que el Espíritu Santo vaya llenando, mojándonos, empapándonos, con su Gracia.