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La Virgen María, Madre de Dios
Autor:
«Salve, Señora, santa Reina, santa Madre de Dios, María, que eres
Virgen hecha Iglesia y elegida por el santísimo Padre del cielo, a la
cual consagró Él con su santísimo amado Hijo y el Espíritu Santo
Paráclito, en la cual estuvo y está toda la plenitud de la gracia y todo
bien» (San Francisco, Saludo a la B.V. María).
«Santa Virgen María, no ha nacido en el mundo ninguna semejante a ti
entre las mujeres, hija y esclava del altísimo y sumo Rey, el Padre
celestial, Madre de nuestro santísimo Señor Jesucristo, esposa del
Espíritu Santo: ruega por nosotros... ante tu santísimo amado Hijo,
Señor y maestro» (San Francisco, Antífona del Oficio de la Pasión).
«Francisco rodeaba de amor indecible a la Madre de Jesús, por haber
hecho hermano nuestro al Señor de la majestad. Le tributaba peculiares
alabanzas, le multiplicaba oraciones, le ofrecía afectos, tantos y tales
como no puede expresar lengua humana» (2 Cel 198). «Francisco amaba con
indecible afecto a la Madre del Señor Jesús, por ser ella la que ha
convertido en hermano nuestro al Señor de la majestad y por haber
nosotros alcanzado misericordia mediante ella. Después de Cristo,
depositaba principalmente en la misma su confianza; por eso la
constituyó abogada suya y de todos sus hermanos» (LM 9,3).
«El misterio de la maternidad divina eleva a María sobre todas las demás
criaturas y la coloca en una relación vital única con la santísima
Trinidad. María lo recibió todo de Dios. Francisco lo comprende muy
claramente. Jamás brota de sus labios una alabanza de María que no sea
al mismo tiempo alabanza de Dios, uno y trino, que la escogió con
preferencia a toda otra criatura y la colmó de gracia». «Puesto que la
encarnación del Hijo de Dios constituía el fundamento de toda la vida
espiritual de Francisco, y a lo largo de su vida se esforzó con toda
diligencia en seguir en todo las huellas del Verbo encarnado, debía
mostrar un amor agradecido a la mujer que no sólo nos trajo a Dios en
forma humana, sino que hizo "hermano nuestro al Señor de la majestad"»
(K. Esser).
«El intenso amor a Cristo-Hombre, tal como lo practicó San Francisco y
como lo dejó en herencia a su Orden, no podía dejar de alcanzar a María
Santísima. Las razones del corazón católico y de la caballerosidad de
San Francisco lo llevaban al amor encendido de la Madre de Dios... San
Francisco cultivó con esmero y con toda su intensidad el servicio a la
Virgen Santísima dentro de los moldes caballerescos y condicionado a su
concepto y a su práctica de la pobreza. Nada más conmovedor y delicado
en la vida de este santo que la fuerte y al mismo tiempo dulce y suave
devoción a la Madre de Dios» (C. Koser)
Fuente:
franciscanos.org
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