María Virgen

Padre Tomás Rodríguez Carbajo

   

Hay verdades que no encajan en el mundo en que vivimos, porque su aceptación es un reproche para muchos, ya que les parece imposible las exigencias que llevan consigo; una de ellas es la de la Virginidad de María.
No es una antigualla la profesión de fe en la Virginidad de María, pues, ha estado siempre en el credo de la Iglesia desde sus primeros años.

1.- Virgen por ser Madre.

En el año 392 se celebró en Capua un Concilio calificado de plenario por la participación de Obispos procedentes de varias regiones de Occidente, y por la gravedad de los temas que debió afrontar; entre ellos la doctrina que negaba la virginidad perpetua de María, Santa Madre de Dios. 
Aunque los aspectos virginidad y maternidad se excluyen, sin embargo en María, por un privilegio especial, se conjugan como nos lo dice claramente la Sagrada Escritura. 
"La Virginidad de la Madre (en María) es una exigencia que deriva de la naturaleza divina del hijo ; es la condición concreta en la que , según un libre y sabio designo divino , se realizó la encarnación del hijo Eterno , de aquel que es de Dios”.(Juan Pablo 11,24/5/92).
Para la tradición cristiana, el seno virginal de María, fecundado por el Espíritu Santo sin intervención de hombre, se convirtió en motivo y signo para reconocer en Jesús de Nazaret al Hijo de Dios. 
A la pregunta ¿Quién es Jesús?, nosotros podemos responder conscientes de la maternidad virginal de María de que es verdadero Hijo de Dios, verdadero Hijo del hombre, pues, el que es nacido del Padre "antes del tiempo", también es nacido de mujer (Gal.4,4) "en el tiempo". 
No podemos separar a María de Cristo, pues, todos los privilegios de los que goza son por ser Madre de Dios; sólo partiendo de la luz que proviene del Verbo, preesistente y eterno, podemos comprender la exigencia y el don de la virginidad de la Madre. 


2.- Dogma de Fe.

La profesión de fe en la virginidad perpetua de María se entiende antes, en y después del parto .EI análisis de esta afirmación se encuentra a finales del s.V o principios del s.V1 entre los Obispos africanos que se hallaban en Italia por la persecución de los vándalos. 
La mejor monografía ;a escrita sobre el tema es del s.Vll por S. Ildefonso, arzobispo de Toledo , tiene como título:"Sobre la Virginidad perpetua de María". 
De los cuatro dogmas marianos , éste de la perpetua Virginidad de María es el segundo que se ha declarado en la Iglesia. Fue en el 3er. Concilio Lateranense (año 649 ) , el Papa Martín 1 lo definió como dogma:”Si no confiesa , de conformidad de los Santos Padres que la Santa Madre de Dios y siempre en inmaculada María , propiamente y según la verdad concibió del Espíritu Santo, sin cooperación viril ,al mismo Verbo de Dios , que antes de todos los siglos nació de Dios Padre, e incorruptiblemente le engendró , permaneciendo indisoluble su virginidad incluso después del parto, sea condenado” (D.256).
3.- Virginidad de corazón. 
La virginidad de María tiene un carácter singular e irrepetible en toda la historia, por su condición de Madre de Dios; en este aspecto no se le puede imitar, en lo que entendemos por "virginidad de carne o biológica"; pero sí podemos en la "virginidad del corazón, ya que Ella es la discípula perfecta, cumple en si el ideal de la adhesión completa al plan de Dios sin la contaminación de la mentira, de la soberbia. Ella acepté sinceramente el mensaje evangélico en el que se llama bienaventurados a los puros de corazón (Mt.5,8), y se exalta la virginidad por el reino (Mt.19,12). 
La Iglesia siempre ha enseñado que nada vale la "virginidad de la carne", si en el corazón no anida el amor, que es lo que más nos hace aceptar limpiamente el mensaje del Evangelio, donde están deposita- dos los auténticos valores y por lo tanto siguen siendo válidos para el hombre y mujer contemporáneos, incluso cuando los ignoran o descuidan.
El clima que se respira en nuestro tiempo no invita A SER SENSIBLE a los valores de la virginidad cristiana, pues, el materialismo y la sexualidad que nos invaden no nos capacitan para descubrir y anhelar los valores netamente evangélicos; pero no por eso tenemos que enterrar- los, ya que la virginidad capacita el vivir radicalmente para el servicio del Reino, disfrutando de una plena libertad interior. 
La virginidad es don y es gracia. Es un bien de la Iglesia, si no todos están llamados a vivirla en su propia carne, sí lo están para vivirla en su corazón. María la vivió de las dos maneras, por eso la conocemos por antonomasia como "La Virgen".