La corredencion de María en la obra de salvación. 

Autor: Pbro. Lic. José Ma. Décia. 




1. Apoyados, por un lado, en el tema de nuestro congreso, y por otro, en un articulo periodístico aparecido en el diario "El Observador", bajo el título "Controversia sobre María” (José Ma. 0rlando.17.XI.97, p.8), en el cual se plantea la cuestión de la corredención de María, nos pareció oportuno esta Comunicación. 

El periodista habla de un "fuerte movimiento dentro de la Iglesia Católica en favor de que se proclame dogma a la condición de María de "corredentora" junto a su Hijo". En nuestro país un grupo se unió a esta solicitud, que según el articulista está sostenida a nivel mundial "por más de 4 millones de personas de 157 países..., 42 cardenales y una quinta parte de los casi de los 3.000 obispos católicos. 

Este vigoroso movimiento mundial - anota el periodista - se basa en la especial devoción mariana de Juan Pablo II, quien frecuentemente se refiere a María como corredentora de la humanidad. 

No sabemos con qué frecuencia el Papa usa el término, pues no hemos podido hacer la investigación en la exhaustiva literatura mariana del Pontífice, pero si estamos en condiciones de afirmar que en sus encíclicas "Redemptor Hominis” y "Redemptoris Mater" no se hace uso del mismo. Esto llena de asombro, ya que serian los lagares indicados para tal frecuencia: sin embargo, si usa la terminología conciliar que va por otros carriles, como ya indicáramos. 

2. El tema de la corredención de María, sabemos ciertamente que recorre casi toda la historia de la Iglesia. Nace ya en el segundo siglo con Justino, desarrollándose en Ireneo con el paralelismo Eva-María.

Hubo momentos, en este camino histórico, en que se llegó a usar el término "redemptrix" y "co-redemptrix", pero no hubo reiteraciones ni desarrollo del mismo. 

El Concilio Vaticano II no hace uso de ninguno de los términos antes mencionados, limitándose a proponer la doctrina esencial. El apelativo conciliar que se destaca, y el cual seria como el tema mariológico fundamental de este Concilio, es el de generosa socia (LG 61), siendo leído en una unidad complexiva de la Sagrada Escritura y la antigua tradición patrística. 

En el mismo documento conciliar queda calara la subordinación de la Bienaventurada Virgen a su Hijo, único Redentor principal, independiente, autosuficiente y necesario. Podemos al respecto citar el n. 56 que dice 

"abrazando la voluntad salvífica de Dios...se consagró totalmente a sí misma...a la persona y a la obra de su Hijo, sirviendo al misterio de la redención con Él y bajo Él' . 

En el n 60 señala que el influjo salvífico de María no deriva de una necesidad objetiva, y usa cuatro verbos, diríamos de sujeción cristocéntrica, para explayar ese pensamiento: nacer, apoyarse, depender y sacar toda su virtud.

La misma línea de pensamiento y desarrollo usan Pablo VI en la "Profesión de fe", y Juan Pablo II en la "Redemptoris Mater". 

3. La Santa Sede en el año 97 solicitó al XIIº Congreso mariológico internacional celebrado en Polonia, que estudiase la posibilidad y oportunidad de la definición de los títulos marianos "Medianera", "Corredentora" y "Abogada". La Comisión allí constituida llegó a las siguientes conclusiones que resumimos: 1° los títulos resultan ambiguos; 2º no se debe abandonar la línea teológica que en este sentido trazó el Vaticano II; 3º la definición de tales títulos no seria, en el momento actual, teológicamente clara; 4º se manifestó una sensibilidad frente a las dificultades ecuménicas que aparejaría. 

4. El distinguido mariólogo R. Laurentin. dice al respecto del apelativo de corredentora, es un “titulo temerario, hoy día fuera de uso”. 

Por su parte, Y. Congar reflexiona de la siguiente forma 

"se deja entender (con tal título) que hay, entre el papel de María y el de Cristo - ¡el Unus Mediator, y Aquél de quien se ha dicho que no hay salvación en otro alguno, ni bajo el cielo se ha dado a los hombres otro nombre en el cual podamos ser salvados! - una univocidad de sentido, equívoco por la identidad de expresión, que el dogma católico, sin embargo, rehúsa formalmente. ¿No se podría evitar el aplicar a la Stma. Virgen, ano en la sola expresión exterior, palabras que en rigor sólo convienen a Cristo? (Bulletin de Théologie, RevScThéol 27 (1983) p.648). ”¿No se podría sustituir la expresión corredentora, la cual no es exacta si no se añaden glosas a la palabra, y que no sugiere por si misma los matices, por la de asociada al Redentor, o por cooperadora de la Redención, que tiene la ventaja de dilucidar por si misma, y por así decir semánticamente, el caso de María y el del Salvador?” (Idem, nota 1). 

5. A nuestro entender - más allá de dogma sí, dogma no - hay una cuestión teológica de fondo, con la que ciertamente discrepa el luteranismo, y es la cooperación de la creatura humana en la única Salvación de Cristo. 

En esta cooperación, la Iglesia le reconoce a María un carácter único por su vocación materno-salvífica. 

Para concluir. es necesario tener presente que en nuestro Uruguay de fin de milenio, una gran masa de fieles, en sus expresiones de fe mariana, ponen en María expectativas de salvación, invocándola y amándola de por veces con un "maximalismo", que les impide llegar a Aquél fuera de quien "no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros podamos ser salvos" (Hech 4, 12).