1.- “He aquí la esclava
del Señor, hágase en mi según tu palabra” es la respuesta de la Virgen a
otras palabras que el Señor repite en otro lugar del Evangelio: “el que
quiera servirme que me siga, y donde yo esté estará mi servidor; y a
quien me sirva, el Padre le premiará”.
Y con toda realidad la Virgen estuvo siempre donde Jesús estuvo, en
Nazaret, dedicada plenamente al servicio de su hijo, en la vida pública
la vemos en Caná de Galilea y si sabíamos que le seguían siempre unas
santas mujeres, muy posiblemente María le siguió. Y sobre todo la vemos
al pie de la cruz, siguiendo paso a paso en lo más doloroso.
San Ignacio recogiendo este espíritu de servicio del Evangelio, ponen en
boca del Rey Eternal aquellas palabras: “”Mi voluntad es de conquistar
todo el mundo y todos los enemigos y así entrar en la gloria del Padre.
Por tanto quienes quisieran venir conmigo han de trabajar conmigo,
porque siguiéndome en la pena también me siga en la gloria.”
2.- Nuestra vida debería ser siempre servicio. Servicio a Dios y a los
que nos rodean. Servicio de nuestras familias, y servicio en nuestro
trabajo. Y tal vez estamos mejor dispuestos a servir al Señor de una
forma que yo diría “activa”, que en aquello otro de San Ignacio: “siguiéndome
en la pena”.
“El que me quiera seguir, que tome su cruz y me siga…” Esa cruz de cada
día, o esa cruz de algunos momentos de la vida, enfermedad, dificultades
en el trabajo, paro, no aprobar los exámenes.