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días con la Redemptoris Mater
Padre
José Cristo Rey García Paredes cmf
Día
01. La mujer en la plenitud de los tiempos
El
plan divino de la salvación que nos ha sido revelado plenamente
con la venida de Cristo es eterno. Esto también eternamente un
ido a Cristo. Abarca a todos los hombres, pero reserva un lugar
particular a la «mujer» que es la madre de aquel, al cual el
Padre ha confiado la obra de la salvación (RM, 8).
Al llegar la plenitud de los tiempos, es decir, la madurez y el
cumplimiento de ese período particularmente importante que estaba
orientado hacia la actuación de una espera escatológica, el
antiguo Testamento, o cuando el tiempo colmó su medida, alcanzó
su cúlmen, el Padre envió a su Hijo. La Palabra se hizo carne.
El Espíritu plasmó en el seno virginal de María la naturaleza
humana de Cristo. El Hijo nació de mujer. El tiempo se convirtió
definitivamente en tiempo de salvación, se inició el camino de
la Iglesia (RM, 1). El tiempo, así descrito, desborda de
plenitud. Es un kairós (un m9mento de gracia) en el que converge
la condensación más cualificada del antiguo Testamento con la
actuación trinitaria de Dios, con la maternidad de una mujer, con
el inicio de la Iglesia y la transformación de todo el tiempo en
tiempo de salvación. Plenitud de los tiempos es el tiempo auténticamente
transustanciado, transfinalizado, transignificado. Es un tiempo
verdaderamente eucarístico.
La plenitud de los tiempos se caracteriza por la confluencia de
todas las fuerzas positivas de la historia, de todas las
mediaciones de gracia, en un punto, en un kairós: es el momento
de la visitación de Dios, en que el tiempo queda plenificado y a
partir del cual emerge una nueva historia. En ese punto confluente
está «la mujer»:
En ese punto está también la Iglesia, pues inician su camino
todos aquellos «que recibieron al Hijo» y a quienes el Hijo «les
dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre»
(Jn 1, 12). La mujer y la Iglesia están en el momento de la
plenitud. Una y otra reciben superabundantemente la bendición.
ORACIÓN
Padre de Jesús y Padre nuestro, que llenaste de plenitud nuestro
tiempo y colmaste todos nuestros anhelos al enviarnos a tu Hijo,
como redentor; Padre de la fecundidad, que por medio de una mujer,
la nueva Eva, engendraste a tu Hijo en nuestro tiempo; concédenos
tu Espíritu para que, como María, acojamos a tu Hijo y enviado y
para que creyendo en él seamos de verdad tus hijos y colaboremos
en la transformación de nuestra historia. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
Fuente:
ciudadredonda.org
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