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días con la Redemptoris Mater
Padre
José Cristo Rey García Paredes cmf
Día 4: María, la perfecta redimida
La
gloria de la gracia de Dios se ha manifestado en María por el
hecho de que ha sido redimida de un modo eminente. En virtud de la
gracia del Amado, en razón de los méritos redentores del que sería
su hijo, María ha sido preservada de la herencia del pecado
original. De esta manera, desde el primer instante de su concepción,
María es de Cristo... Por obra del Espíritu Santo, María recibe
la vida de aquel al que ella misma dio la vida como madre (RM,
10).
María fue también «la benditísima» en cuanto «redimida». El
himno de bendición de Efesios evoca también la redención, que
los hombres hemos conseguido en Cristo Jesús: «En él tenemos
por su sangre la redención, el perdón de los pecados» (Ef 1,
7). En el protoevangelio del Génesis, Dios prometió que la «estirpe
de la mujer» aplastaría la cabeza de la serpiente (Gn 3, 15). La
victoria del hijo de la
mujer no sucederá sino después de una dura lucha, que determinará
toda la historia de la humanidad. María, madre del Verbo
encarnado, está en el centro mismo de aquella enemistad, de
aquella lucha que acompaña a la historia del hombre. Gracias al
hijo, la madre es la «victoriosa», la enemistada con la
serpiente y la vencedora del pecado (RM, 11). En ningún momento
de su existencia pactó la mujer de la que nació el Mesías con
el mal. La mujer está asociada en todo a «su descendiente». En
ella se cumple aquello de: «Establezco hostilidades entre ti y la
mujer, entre tu estirpe y la suya» (Gn 3, 15). María fue de
hecho «redimida de modo eminente», en virtud de la riqueza de la
gracia del Amado, en razón de los méritos redentores de Cristo
su hijo.
En Maria se realizó de modo eminente y perfecto la elección para
ser santa e inmaculada, gracias a la solidaridad íntima con su
hijo. Por esta unión con Cristo, ella quedó preservada de toda
mancha de pecado. Así María tuvo en Cristo la redención según
la riqueza de su gracia, que se prodigó sobre ella con toda
sabiduría e inteligencia.
ORACIÓN:
Dios y Padre
nuestro, que ves la situación de la humanidad caída, te
agradecemos la redención abundante que nos has dispensado en tu
hijo Jesús; te alabamos por haber redimido de modo eminente a una
mujer, hermana nuestra, la inmaculada María, para manifestarnos
así tu providencia y tu amor hacia nosotros, tus elegidos; presérvanos
de todo mal y no permitas que nunca nos separemos de la vida de tu
hijo, Jesucristo, nuestro Señor.
Fuente:
ciudadredonda.org
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