|
30
días con la Redemptoris Mater
Padre
José Cristo Rey García Paredes cmf
Día 16: La mujer enimistada con la serpiente
Jesucristo
con su muerte redentora vence el mal del pecado y de la muerte en
sus mismas raíces; así se cumple la promesa con tenida en el
protoevangelio: la estirpe de la mujer pisará la cabeza de la
serpiente (Gn 3, 15). Es significativo que al dirigirse Jesús a
la madre desde lo alto de la cruz, la llame mujer y le diga: «Mujer,
ahí tienes a tu hijo» (RM, 24).
Al contemplar la escena de la cruz, aquella escena en la que
—según nuestra fe— el Hijo de Dios hecho hombre vence el mal
del pecado y de la muerte con su propia muerte, en la que el amor
ilimitado de Dios vence el odio de la serpiente, y al ver junto al
Redentor a «la mujer», no podemos dejar de evocar la promesa del
protoevangelio.
«Establezco hostilidades entre ti y la mujer, entre tu estirpe y
la suya; ella te herirá en la cabeza cuando tú la hieras en el
talón» (Gn 3, 15).
Estas palabras de Dios a la serpiente hablan de la impresionante
lucha que se va a establecer en la historia entre la estirpe de la
serpiente y la estirpe de la mujer. Es indudable que en el
Calvario llega esta lucha a su ápice: la serpiente quiere
destruir al «hijo de la mujer», pero en ese momento el «hijo de
la mujer» le hiere la cabeza. Pablo lo expresa con vigor, cuando
escribe: «La muerte ha sido devorada en la victoria. ¿Dónde está,
oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?...
Gracias sean dadas a Dios, que nos ha dado la victoria por nuestro
Señor Jesucristo» (1Co 15, 55. 57). En este contexto «es
significativo que, al dirigirse a la madre desde lo alto de la
cruz, la llame "mujer" y le diga: "Mujer, ahí
tienes a tu hijo"... ¿Cómo dudar que especialmente ahora,
en el Gólgota, esta frase no se refiera en profundidad al
misterio de María, alcanzando el singular lugar que ella ocupa en
toda la economía de la salvación?» (RM, 24). Junto a la cruz
está «la mujer» enemistada con la serpiente; está «la mujer»
que es la madre del que herirá la cabeza de la serpiente: esa
mujer es María, la madre de Jesús, pero también la madre de
todos los discípulos de Jesús.
ORACIÓN:
Dios,
Creador y Padre nuestro, ya desde los orígenes de la historia te
comprometiste con nosotros, anunciándonos la victoria definitiva
sobre el pecado y el mal por medio del hijo y de la mujer; que María,
la mujer victoriosa, sea siempre una fuerza antidiabólica en
nuestra vida y con ella podamos contrarrestar, como hijos suyos,
el poder del Maligno. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Fuente:
ciudadredonda.org
|
|