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días con la Redemptoris Mater
Padre
José Cristo Rey García Paredes cmf
Día 20: María, ejemplo de la fe que obedece
La
misión de los apóstoles comienza en el momento de su salida del
cenáculo de Jerusalén. La Iglesia nace y crece entonces por
medio del testimonio que Pedro y los demás apóstoles dan de
Cristo crucificado y resucitado. María no recibió directamente
esta misión apostólica... Estaba, en cambio, en el cenáculo,
donde los apóstoles se preparaban a asumir esta misión con la
venida del Espíritu. En medio de ellos, María perseveraba en la
oración como madre de Jesús (RM, 26).
Entre María y la Iglesia existe un evidente paralelismo. María
es una parte de la Iglesia, pero no es toda la Iglesia. María es,
en la Iglesia, el paradigma de la fe que obedece a la palabra;
pero Pedro, que hablaba en nombre de los Doce, es el paradigma de
la fe proclamada. «Pedro y los demás apóstoles representan la
acreditación de la Iglesia para conservar y proclamar
autorizadamente la palabra. María representa la acogida dócil y
personal de esta palabra. María es el signo del poder carismático
de la fe, y Pedro de la autoridad institucional de la misión que
guarda y transmite la palabra. En María, la Iglesia contempla su
anima eclesiástica, su yo fiel; en Pedro, la promesa irrevocable
de Jesús de confirmarnos en la fe. A María se dijo:
"Dichosa tú porque has creído". , a Pedro: "Yo he
rogado por ti, para que tu fe no desfallezca. Y tú, cuando hayas
vuelto, confirma a tus hermanos". María es el lado interior
de la palabra». Así se explica por qué «todos aquellos que, a
lo largo de las generaciones, aceptando el testimonio apostólico
de la Iglesia participan de aquella misteriosa herencia, en cierto
sentido, participan de la fe de María» (RM, 27). Por esto,
muchos creyentes «encuentran en la fe de María el sostén para
la propia fe» (RM, 27).
ORACION:
Padre,
no sabemos cómo agradecerte que suscitases a María, la madre de
Jesús, como modelo de fe en los orígenes de la Iglesia; ella ha
determinado el estilo de fe de la Iglesia desde el principio; te
pedimos, Abbá, Padre nuestro, que participemos de la fe de María,
y que encontremos en ella el sostén para nuestra propia fe. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
Fuente:
ciudadredonda.org
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