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30
días con la Redemptoris Mater
Padre
José Cristo Rey García Paredes cmf
Día 28: Jesús, el único mediador entre María y Dios
El
primer momento de la sumisión de María a la única mediación
entre Dios y los hombres, la de Jesucristo, es la aceptación de
la maternidad por parte de la Virgen de Nazaret... La maternidad
de María, impregnada profundamente por la actividad esponsal de
la «esclava del Señor», constituye la primera y fundamental
dimensión de aquella mediación que la Iglesia confiesa y
proclama respecto a ella (RM, 39)
En la anunciación le fue revelado a María quién era el único
mediador entre Dios y los hombres: aquel que sería el hijo de sus
entrañas por obra del Espíritu. Al aceptar sin condiciones la
maternidad, María acepta al mediador, al Hijo del Altísimo. María
se somete totalmente a la voluntad de Dios: «He aquí la esclava
del Señor; hágase en mí según tu palabra» (Lc 1, 38). Ése es
«el primer momento de sumisión a la única mediación, la de
Jesucristo: la aceptación de la maternidad por parte de la Virgen
de Nazaret» (RM, 39)
María entendió la propia maternidad como donación total de sí,
de su persona, al servicio de los designios salvíficos del Altísimo»
(RM, 39). La esclavitud hay que entenderla en clave de
esponsalidad: María como la mujer que por amor
esponsal-virginal-consagra totalmente su persona a Dios. «La
maternidad de María está impregnada profundamente por la
actividad esponsal de la "esclava del Señor"» (RM,
39).Jesús fue el único mediador entre Dios y María, María y
Dios. María fue elegido, redimida y agraciada en Cristo Jesús,
el amado del Padre. Y por medio de su Hijo su respuesta llegó
hasta el altar del cielo. María fue «la primera en experimentar
en sí misma los efectos sobrenaturales de esta única mediación»
(RM, 39). Sin Jesucristo, María habría sido como un sarmiento
cortado de la vid, como una esclava sin redentor, como un vientre
materno sin fruto, como una mujer sin gracia de Dios. Todo lo que
ella era se lo debía a él. Todo lo había recibido de Dios por
medio de él. Por eso, Lucas y su Iglesia la proclamaban «bienaventurada».
ORACION:
Alabado
seas, Padre, nuestro Dios trascendente, por haberte acercado a
nosotros, por mediación de tu único Hijo, y haber establecido
con nosotros por medio de él una eterna alianza de amor; alabado
seas, Padre, porque María, la humilde mujer de Nazaret, fue la
primera en experimentar toda la riqueza de la mediación de Jesús
y la acogió sin ningún tipo de reservas; gracias, porque en María
nos muestras hasta dónde puede llegar en nosotros el efecto
divinizante de la mediación de tu Hijo, nuestro hermano
Jesucristo.
Fuente:
ciudadredonda.org
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