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30
días con la Redemptoris Mater
Padre
José Cristo Rey García Paredes cmf
Día 30: María en los grandes momentos de transito
Al
término del segundo milenio, nosotros, los cristianos, que
sabemos cómo el plan providencial de la Santísima Trinidad sea
la realidad central de la revelación y de la fe, sentimos la
necesidad de poner de relieve la presencia singular de la madre de
Cristo en la historia, especialmente durante estos últimos años
anteriores al dos mil (RM, 3).
Dentro de las estructuras de la historia de la salvación, María
es un personaje de confluencias En ella se anudan los grandes
momentos: María fue la testigo más cualificada del paso del
antiguo al nuevo Testamento, del paso de la vida oculta de Jesús
a su vida pública, del paso de Jesús de este mundo al Padre, del
paso de la Iglesia pre-pascual a la Iglesia pos-pascual. En los
grandes momentos de tránsito de la historia de la salvación, María
está presente. La piedad cristiana contempla la presencia de María
en el momento del tránsito de cada uno de nosotros: «Ruega por
nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte»; y ha
considerado y venerado la presencia de María en la purificación
(purgatorio) que nos prepara para la comunión definitiva con
Dios. Estamos ante el preludio de una época nueva. Por eso, la
Iglesia ha recibido diversos mensajes marianos en estos últimos
tiempos. Ante un mundo ambiguo, con grandes realizaciones y
grandes amenazas, aparece la figura de la nueva Eva, la mujer del
Apocalipsis, el gran signo de Dios. Las experiencias carismáticas
de María en estos últimos tiempos (apariciones) nos la presentan
como aquella que, como en Caná, acelera la inauguración de la
era mesiánica y nos pide adhesión a Cristo: «Haced lo que él
os diga». Ella, dócil al testamento de Jesús, dilata su seno
materno para que todo hombre renazca a una vida nueva. La
presencia de María es un gran signo de esperanza. La presencia de
la nueva Eva es Adviento que anuncia la Navidad.
ORACION:
Padre
eterno, Señor de la historia, tú ejerces tu providente señorío
sobre el tiempo y nos manifiestas tu voluntad de salvación por
medio de los «signos de los tiempos»; en los grandes momentos de
la historia has puesto el «signo de la mujer»; ahora, que nos
acercamos al tercer milenio, haz que aparezca en todo su esplendor
la nueva Eva, María, ante nosotros; haz que nos estimule para ser
una Iglesia más creyente, que siga a Jesús más de cerca, que
transmita al mundo la vida. el Espíritu. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
Fuente:
ciudadredonda.org
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