Mes de mayo, mes de devociones marianas

Elena Baeza Villena

 

Mes de mayo, mes de flores, mes de devociones marianas, romerías a Santuarios, Basílicas, Ermitas, cualquier sitio donde haya una imagen de la Virgen es bueno para visitarla. Procuremos este mes cuidar más los detalles con la Virgen, como el Ángelus, el Santo Rosario, las miradas a ese cuadro que tenemos de Ella, ofrecerle una pequeña mortificación, una flor…

Después de que por una mujer Eva, vino la muerte, luego viene María y nos abre las puertas del cielo, con su fiat, “hágase”. La aparición de Nta. Sra. en el mundo es como la llegada de la aurora que procede a la luz de la salvación.

El nacimiento de la criatura más pura, más inocente, más perfecta, más digna de la definición del mismo Dios. María nos restituye la figura de la humanidad perfecta. “Estrella de la mañana”, “Casa de Oro”, “Hija de Dios Padre, Madre de Dios Hijo, Esposa de Dios Espíritu Santo”. Más que Tu, solo Dios, (Camino, 496, San Josemaria).

Se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava. No temas María, porque has hallado gracias delante de Dios, le dice el Arcángel San Gabriel. La respuesta de la Virgen es una reafirmación de la entrega a la Voluntad divina”He aquí la esclava del Señor”, “Hágase en mi según tu Palabra”. Fue como si de pronto, se hubiera colocado en el centro del universo, más allá del tiempo y del espacio, Ella una adolescente no titubea ante la grandeza inconmensurable de ser la Madre de Dios. Porque es humilde y confía en su Dios, al que se ha dado sin reservas.

La Virgen es “Maestra de entrega sin limites” Pídele a esta Madre buena, que tu alma cobre fuerza de amor y liberación. Su respuesta de generosidad, no se hará esperar. Ella nos enseña que para aceptar en el cumplimiento de la Voluntad divina, es necesario una disponibilidad completa. La verdadera alegría llega al mundo con María, el primer destello auténtico de belleza. Ella nos enseña a ser causa de alegría para los demás, en el seno de la familia, en el trato con los que nos rodean.

“Rosa Mística”, María por su parte guardaba todas las cosas y las meditaba en su corazón. Ella conserva y medita. Sabe de recogimiento interior, y valora, guarda en su intimidad y hace oración de los sucesos grandes y pequeños de su vida. Esta plegaria continúa de María, es como el aroma de la rosa “que constantemente se eleva a Dios”. Esta elevación suya no cesa jamás, tiene una frescura igual a la primavera; es siempre jubilosamente nueva y virginal. Si la brisa de nuestras plegarias o los vientos tormentosos de este mundo pasan junto a Ella y la rozan, el perfume de la oración se levanta entonces más fuerte y perceptible: se convierte en intercesora, incluyendo nuestra oración en la suya, para presentarla al Padre en Cristo Jesús, su Hijo. Ella desde el cielo nos alienta a no dejar jamás la oración, el trato con Dios, esa es nuestra fortaleza diaria.

La última noticia que de Ella hace el evangelio es cuando está al pie de la Cruz, en oración silenciosa, en los momentos más duros que pueda padecer una Madre, pero no pierde la serenidad. Su Hijo la mira, y mira después al discípulo que El ama, y dice a su Madre: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”. Luego dice al discípulo: “Ahí tienes a tu Madre”.

La Virgen nos enseña a dar sentido a todo aquello que constituye nuestra vida.

Acudamos a la Virgen, con el firme propósito de vivir estos días del mes de mayo, llenos de piedad en honor a Ella, la Reina del Cielo.

Fuente: autorfescatolicos.org