Nuestra Señora de los Dolores

Padre Juan José Palomino del Alamo

 

Según el evangelista Juan aparecen junto a la Cruz de Jesús: su Madre María, María de Cleofás 
(hermana de la Virgen), María Magdalena y Juan. Su presencia indica una fidelidad absoluta a 
Cristo. En medio del rechazo del pueblo y la huida/abandono por cobardía y miedo de los apóstoles, siguen a Jesús hasta la misma Cruz. Su Madre, María, representa al "resto de Israel", 
siempre fiel a Yahvé.

El "Bíblico 2004" nos ayuda con este comentario: "El encargo de Jesús a la madre y al discípulo  se hace en términos de reconocimiento mutuo. El antiguo Israel (representado por María) debe reconocer su legítima descendencia (hijo) en la comunidad nueva y universal. La nueva comunidad, representada por el discípulo amado, debe reconocer su origen, en las promesas, que hizo Dios al pueblo de Israel. El discípulo acoge a la madre en su casa: el antiguo Israel, al nuevo pueblo. 

Ella, como símbolo del antiguo Israel, no tiene ya hogar propio; se integra en la comunidad universal

(nuevo Israel).

Desde la muerte de Jesús ya no existen dos pueblos sino un nuevo pueblo, que tiene su origen en 
Israel para extenderse hasta los confines del mundo.

El recuerdo de esta imagen de las tres Marías y Juan al pie de la cruz representa el dolor solidario
de las mujeres, los dolores de María, su madre, el seguimiento de Jesús hasta la muerte.

Es necesario adentrarse en el universo simbólico del evangelista Juan, que cuenta verdades hondas 
describiendo escenas, que pudieron haber acaecido. Los hechos, sin embargo, quedan como transfondo para transmitir una nueva imagen: la de una comunidad universal -la comunidad cristiana representada por el discípulo amado- en la que ya no hay distinción entre judíos y paganos, entre el Israel antiguo y el nuevo. Esta comunidad nace en el evangelio de Juan con la muerte de Jesús. En ella se integran todos los que son capaces de seguirlo como las mujeres y el discípulo amado hasta los pies de la cruz.

Sólo seguidores, como éstos, pueden ser testigos del amanecer del nuevo día de la resurrección.

En esta fiesta de la Soledad rezamos a María: "Por los pecados del mundo, / vio a Jesús en tan profundo / tormento la dulce Madre.

Vio morir al Hijo amado, / que rindió desamparado / el espíritu a su Padre.

¡Oh dulce fuente de amor!, / hazme sentir tu dolor / para que llore contigo.

Y que, por mi Cristo amado, / mi corazón abrasado / más viva en él que conmigo." 


Fuente: avmradio.org