La Visitación

San Juan de Avila


Que no sólo la humildad alcanza y conserva la
gracia, mas es señal que da a entender que está
allí la gracia; como' al que no, la soberbia es señal
de la ausencia de ella.
Y esto se nos declaró y dio a entender en que
la Virgen, en concibiendo al Hijo de Dios, luego
hacía acto de humildad en ir a ver y servir a la
que era .menor.
¡Oh cosa maravillosa, que el lleno de Dios se
humille más a servir a su prójimo y se desprecie
más en sus ojos, y cuanto Dios más le alza, él más
se abaja! Hechura es esta del cielo, que en la tierra
no Se usa esto; mas la Virgen hízolo como enseñada
de Dios, y debémonos mucho maravillar
de ello.
Imitemos todos la humildad de la Virgen, pues
es espejo de todos... Quien a Dios tiene, en la
humildad se conoce.
Si conocimiento de Dios hay en la tierra este
tienen los amigos de Él. Mas es tanta la ceguedad
de la soberbia, que no deja ver aun lo más claro.
No está allí Dios, cuyo espíritu es humilde y manso.
Quien quisiere tener alguna conjetura de que tiene
a Dios, sea humilde e imite a la Virgen, que,
siendo preñada de Dios, va a servir a la preñada
de hombre.
No va a parlar, no por callejear, no va por enseñar
sus vestidos y hermosura, sino por servir a la
vieja y preñada, que a esto han de ser las visitas y
entrada. No contó nuevas, no dijo mal de ausentes,
sino servicio de obra y edificación de palabra,
aprovechando a la madre y al hijo. Cantan dos
cantares a Dios.
 

Sermón 66: Visitación de la Virgen, Obras completas del santo maestro Juan de Ávila I1I, BAC, Madrid 1970, 108·110.