Nacimiento de María

Judith Araújo de Paniza


Celebramos esta semana el Nacimiento de María, la madre de Jesús. Algunos consideran que hablar de la Santísima Virgen María es asunto de personas ingenuas. También aumentan las personas que la conocen y la tratan en la oración y evidencian su efectividad para conocer y amar mejor a su Hijo Jesucristo.

La presencia activa de la Virgen María cuenta con tantas evidencias, que los ingenuos son quienes no quieren creer en su importancia dentro del Plan de Salvación de Dios por la humanidad. Hay más de 30 apariciones aprobadas por la Iglesia, después de un exhausto análisis de todas las pruebas en cada uno de los detalles. Aún se estudian, muchísimas más. Hay múltiples advocaciones, en casi todos los países del mundo. Hay muchas evidencias físicas como lágrimas en muchas imágenes, curaciones extraordinarias, escarchas, olores especiales, o como la de Nuestra Señora de Guadalupe, en la que su imagen está plasmada en una tela desde hace 477 años, con todas las pruebas científicas de que no contiene pintura de ninguna clase y en la que cada detalle asombra hasta al más incrédulo.

María es un instrumento de Dios para recordarnos lo revelado por Jesucristo, para que no se nos olvide que estamos llamados a ser santos y a conquistar la vida eterna. Ella nos llama a la conversión, a la oración y a la penitencia para que acojamos a Jesucristo y le permitamos escribir sus leyes en nuestras mentes y corazones. María, como madre, desea que todos sus hijos tengan un solo corazón y una sola alma, unidos como verdaderos hermanos.

Los seres humanos nos enceguecemos ante las realidades espirituales por estar apegados a lo temporal y nos privamos de la dicha que produce saber que Dios nos ama y desea que nos salvemos y conquistemos la gloria. María, fue creada para ser la madre de su Hijo. En ella el pecado no tiene ni el más mínimo rastro, solo resplandece el amor de Dios y su infinita bondad. Es la persona más perfecta, humilde y sencilla, vacía de sí misma y llena de Dios.

Las virtudes de María son tan especiales que es colocada por encima de los ángeles y santos. Ella nos invita a: hacer lo que Jesús nos dice, acoger la voluntad del Padre, proclamar las grandezas de Dios, encarnar la Palabra de Dios en la vida, tener fortaleza ante las dificultades apoyándonos en la fe en Dios, tener una vida al servicio de los demás, trabajar por conseguir que más almas se salven, acercarnos a los sacramentos de la Iglesia, para que Dios mismo pueda llegar hasta lo más profundo de nosotros y arrancar lo que nos separe de Él y plantar lo que nos acerca.

El rezo del Santo Rosario, nos recuerda en las diferentes apariciones, es un instrumento para la paz. El Rosario es la meditación de la vida, muerte y resurrección de Jesús y de sus momentos más luminosos. De la mano de María, le vamos permitiendo a Jesús sanar nuestros corazones y mentes de lo que esté apartado del amor de Dios y así podamos contribuir en la construcción del Reino de justicia, paz y amor que tanto anhelamos.

Que los colombianos y el mundo entero oigamos los llamados de nuestra Madre a la fraternidad, a la reconciliación y a la paz, y nos abramos a la gracia de Dios para vivir en el Amor. ¡Nos anima la esperanza de que su corazón inmaculado triunfará!

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