Presentación de la Virgen

Autor:

 

Esta fiesta está basada en narraciones de los libros
apócrifos, sobre todo el Protoevangelio de Santiago.
Según ésta versión, la Virgen habría nacido en
Jerusalén; sus padres, llamados Joaquín y Ana, la habrían concebido ya ancianos después de muchas
súplicas a Yahvé a causa de la esterilidad y la
habrían ofrecido al Señor y la habrían presentado, niña aún, en el templo, para que viviera allí su
infancia.
La festividad de la presentaclión fue muy celebrada
en Oriente dede el siglo VI; en 1143 el emperador Miguel Comneno la declaró obligatoria en todo el
imperio.
Al margen de su historicidad, el actual orden
litúrgico, emanado del concilio Vaticano II, la considera como la fiesta de la virginidad o
consagración a Dios de María. La Iglesia exhorta a
las religiosas y mujeres consagradas a profesar, o renovar la profesión ya hecha, en este día de la
presentación de María Virgen.
No sólo las personas especialmente consagradas están hoy de fiesta; todos los cristianos, por su bautismo, deben asociarse a esta celebración que es
preludio de la anunciación y debe ser expresión
cabal de la aceptación plena de la voluntad divina, como cauce de santificación de cada cristiano.

Esta era una niña
con aire de flor,
agua más que el río,
fuego más que el sol.
Vivía en el templo
del rey Salomón,
oyendo en los salmos
ecos de otra voz.

Quemaban su pecho,
con celeste ardor,
palabras magníficas,
silencio de Dios:
"¡Oh Padre que habitas
en alto esplendor,
envía el rocío
del Hijo de Dios!
¡Abrase la tierra;
brote el Salvador!

¡LLoved, rojas nubes,
al Dios de Jacob!
¡Floreced, collados,
al Justo, al Señor,
lucero del alba,
flor de la creación!"

Y al solio del Padre
subía su clamor,
cual nube de incienso
plegaria sin voz. Amén

Himno de la Liturgia de las Horas

Esta era una niña
con aire de flor,
agua más que el río,
fuego más que el sol.
Vivía en el templo
del rey Salomón,
oyendo en los salmos
ecos de otra voz.

Quemaban su pecho,
con celeste ardor,
palabras magníficas,
silencio de Dios:
"¡Oh Padre que habitas
en alto esplendor,
envía el rocío
del Hijo de Dios!
¡Abrase la tierra;
brote el Salvador!

¡LLoved, rojas nubes,
al Dios de Jacob!
¡Floreced, collados,
al Justo, al Señor,
lucero del alba,
flor de la creación!"

Y al solio del Padre
subía su clamor,
cual nube de incienso
plegaria sin voz. Amén

Himno de la Liturgia de las Horas