Ya tienes a tu Dios...

 

P. Antonio Márquez Fernández, S.D.B.

 

 

Ya tienes a tu Dios, dulce María,
-débil niño-, acostado en breve cuna,
a Quien pariste so la blanca luna
en la hora nocturnal profunda y fría.

Le arrulla la brillante sinfonía
de tus besos de luz; la alegre tuna
de tu abrazo le da calor y una
lluvia tierna de afecto la sombría

acogida del mundo dora, puro,
oh caz de amor en un desierto frío,
oh acequia luminosa en la tiniebla.

Que esté mi corazón, mi amor maduro
a su nueva venida, que el rocío
de su luz celestial venza mi niebla.