Purísima

 

P. Antonio Márquez Fernández, S.D.B.

 

 

Jarro de lirios del ameno prado,
surtidor de jazmines del florido
jardín, cestón de frutos del ardido
otoño, celestial y almo cercado.

Tu alma bella sombrea el emparrado
de gracia y de virtudes; encendido
fulgor tu rostro nimba, y un latido
febril suena en tu pecho enamorado.

Fuiste, María, del Señor tan sólo,
en tu vergel jamás el rudo cardo
se alzó ni de la culpa los abrojos.

No azotó tu candor el fiero Eolo,
tu vida aroma siempre fue de nardo,
¡Doncella divinal de limpios ojos!