Al rosario que mi Madre no pudo usar

 

P. Antonio Márquez Fernández, S.D.B.

 

 

Entrenzaban mis manos un rosario
para mi madre -un ángel exiliado-,
pero antes de haberlo terminado
dobló en la torre el bronce funerario.

¡Cómo hubiera ascendido al campanario
del amor a María, si pasado
por sus cuentas hubiera el dedo alado
y puro, con fervor y sin horario!

Su cuerpo regresó al helado suelo
de luz sin brizna y sin fulgor de vida,
mas su alma no, que tierna me convida,

cada jornada, a tal festín de cielo.
¡Y no es mi mano quien los granos pasa,
sí su aliento mariano hecho una brasa!