María

 

Armando Zambrana Fonseca

 

 

Cuando en mis angustias,
inclino mi cabeza y cierro mis ojos,
siento que al clamor de mi alma,
y al latido fuerte de mi corazón,
una mano leve,
con una suavidad de espuma
y la ternura de madre,
se desliza sobre mi cabeza entre cana
y pienso que aún a mis años
tengo quien me auxilie,
tengo quien me ampare
tengo una madre.