Venid furias inmundas del odio
arrasad el aliento y la brisa
que respiramos.
Venid sacristanes del oprobio
arrancad el aire y la risa
que disfrutamos
Acudid santones del cenobio
ahogad el corazón y la vida
que llevamos.
Aquí estamos sin agobio,
con el amor de María,
seguros caminamos.
Sois fariseos de monipodio
que portáis la malicia
en rojas manos.
Andáis, hijos del demonio
vestidos de la sangre occisa
que derramamos.
Y, aún así, brindamos coloquio
por el amor a María
que profesamos.