La presentación del niño Jesus en el templo

 

Emma-Margarita R.A. -Valdés

 

 

Ya han transcurrido los cuarenta días

desde la fecha en que nació Emmanuel,

Rey de naciones, lumbre de Israel,

la salvación del mundo, el Mesías.

Y tú, que siendo virgen, concebías,

y tú, la vencedora de Luzbel,

madre del niño-Dios, del nuevo Abel,

respetas a las bajas jerarquías.    

Permaneces de pie en el antetemplo,

esperas te reciba el sacerdote,

vas a purificarte, sin pecado.

Tu sumisión es magistral ejemplo

y dos tórtolas es sobrado lote

para ser un mortal mundificado.

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En la Casa del Padre hay alegría

al presentar a tu hijo al Creador,

es el Hijo enviado por su amor

y, en el altar sagrado, Eucaristía.

Revela su divina cercanía

y te anuncian la espada del dolor,

la cruenta redención por el pastor

de estrellas, en Calvario de agonía.

Te maravilla el justo Simeón,

y Ana, la profetisa, que en Él ven

la palabra encarnada y la esperanza.

Cristo es el signo de contradicción,

para el ateo racional desdén

y para el justo Bienaventuranza.

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El primer fruto al templo pertenece,

según dijo Yahvé al fiel Moisés,

y es, María, tu primeriza mies

la bendita semilla que florece.

La ley en veinte siclos establece,

como precio, el rescate del burgués,

mas tú eres pobre y es bastante des

dos tórtolas, ¡y gratis Dios se ofrece...!.

Con cada humillación Él se engrandece,  

en el pesebre brilla más su gloria  

y su nombre supera todo nombre.  

 

Tu purificación Él enaltece,  

con tu obediencia alcanzas la victoria  

y el Ser Supremo en ti se ha hecho hombre.