Al pañuelo de la Virgen

 

Federico Acosta Noriega

 

 

Yo la he visto, Virgencita, 
como temblaba en tus dedos 
la batista blanca y fina 
de tu pañuelo. 
Como en süave caricia 
venía a besarla el viento 
y dejaba entre su trama 
la fragancia de su beso. 

Yo he visto como guardaba 
un suspiro de tu pecho, 
la batista blanca y fina 
de tu pañuelo, 
y un tulipán de su trono, 
con cáliz de terciopelo, 
anhelando aquel suspiro 
lloraba de sentimiento. 

Yo he visto cómo una lágrima 
la esperaba con deseos, 
la batista blanca y fina 
de tu pañuelo; 
mientras un clavel sangraba 
por sus pétalos abiertos 
el aroma de su vida 
para llevarte consuelo. 

Yo tenía mucha envidia 
de las caricias del viento, 
del tulipán de tu trono 
y de aquel clavel abierto, 
porque los tres me llevaban 
todo cuanto había puesto 
en la tela blanca y fina 
de tu pañuelo.