Bendita porque has creído

 

Padre Juan Manuel del Río C.Ss.R. 

 

Verdes estaban los trigos
en los balcones del alba
cuando María tomó
la senda de la montaña.

Feliz por ser agraciada
con un hijo en las entrañas,
allí vivía Isabel
con su esposo, en Ain Karén.

Avanzaba el mes de abril,
cuando cantan los jilgueros
y se estremece el jardín
en azahar de limoneros.

Con gran cariño se abrazan
las dos benditas mujeres
regocijadas sus almas
entre un rumor de claveles.

¡Bendita porque has creído!,
fue el saludo de Isabel,
y se alzó un clamor festivo
en la tierra de Israel.

¡Bendita porque has creído!,
dice de nuevo y Isabel,
y María ha respondido
cantando al Dios de Israel.