Inspiración

 

        María Velázquez Dorantes

 

En el momento de la soledad, cuando no existe inspiración, cuando parece que las letras se cruzan y el alfabeto se olvida, Madre de mi tierra ¿dónde estás tú?

Mujer del silencio, que con tus plantas tersas y suaves caminas por varios senderos, visita a la humanidad que dotada de talentos se siente abandonada. Sin rastro alguno, expuesta a las críticas, margina por inoportunos y explotada por las nostalgias.  

Mujer del silencio, muchos te decimos así, porque con un pequeño murmullo te haces sentir, así como la brisa del viento se mezcla con la brisa del mar, te pedimos mujer de de tanta bondad, seas la escritora de estas humildes letras, vacilantes, pero que te aman con fidelidad.  

En rostros amargos, los escritores te pedimos tengas piedad de nuestra ambigüedad, que para muchos seamos poesía y alegría, rostros de fertilidad, y no severos insensatos que no cumplen los mandatos de los ilustres que se comportan como mounstros atacantes de las líneas parlantes.  

Una porción de talento Madre mía, te pido en mi existencia, para que elabores los ensayos de tú omnipresencia; letras de fácil lectura, pero con gran cobertura, fundadas en el amor, fervientes de tú admiración, y creyentes para aquellos que se siente desaparecidos y sin inspiración.  

Letras de amor, de paz y perdón, humanas y frágiles tal vez, con enseñanzas para los demás y volátiles para otros. Son todas tuyas Madre mía, por tú eres la fuente de este pequeño escrito, que no sabe decirte cuanto te ama, que no tiene dirección, pero sigue haciendo la lucha, desenvaina la espada de las hojas arboladas para decirte que eres amor.