Vengo A ti

 

        María Velázquez Dorantes

 

Hoy en la sombra de mi soledad, vengo a ti madre de la esperanza a rezar por toda nuestra humanidad, cubierta de dolores, tragedias y abismos. Mi mano temblorosa escribe implorando tú piedad, para que está soledad en la que me veo sumergida me permita rogarte con toda humildad.  

Vengo a ti mujer de eterna piedad, reina celestial que acompañas al verbo hecho hombre, a que verifique sin furor los actos de está humanidad.  

Vengo a ti, dolorosa madre a implorarte un perdón celestial, a dejarte una carta de papel natural, que explique los dolores y tormentos que la mente sufre en aquellos segundos de ansiedad.  

Vengo a ti, en las horas de silencio, cuando todos duermen, cuando la paz parece llegar, y en mi corazón existe la desesperación que acarrea la mortandad del espíritu, que busca la libertad.  

Vengo a ti Señora de Señoras que venciste al enemigo, con el amor que te acompañaba en tú vientre, como soldado de roca de impusiste sobre la maldad, y es así que hoy como siervo llego implorando piedad.  

Vengo a ti desesperada, con aliento de incertidumbre, con congoja de sensibilidad a causa de está soledad que me atormenta por mi mal pensar; vengo a ti madre misericordiosa para entregarte mi sueños y mi vida, así con tus dulces manos la expondrás a tú Hijo amado y sabré que me ha perdonado.