Graciás, María

 

Fray Ángel Martín Fernández

 

 

¡Gracias, María,
por haberme acercado tanto a Dios.
Gracias, porque pusiste a nuestro alcance
la mano compasiva
con que Jesús nos salva.

Nadie medió tan alto, nadie pudo
con casi nada, con su voz medrosa
diciendo sí, rendir hasta nosotros
la mano poderosa.

Gracias, María, por habernos dado,
ajustada a tu carne,
la Palabra de Dios, con que podemos,
vivir a Cristo como lo viviste
tú misma, desde entonces,
haciéndolo, María tuyo y nuestro.

Se hizo sangre en la tuya, tomó carne
de la tuya. Hostia fuiste
de Dios, pan de su amor,
de sus racimos cáliz, comulgando
con su locura salvadora, Madre.