A la Inmaculada

 

Florian Rodero

 

 

El barro se volvió estrella,
la sangre se volvió gracia
en la arcilla de tu cuerpo.
¡Oh Virgen Inmaculada!

Y la savia de la muerte
que a la vida alimentaba,
se secó en tu carne limpia
cuando el Señor te hizo el alma.

La presencia creadora
vino al Edén de tu casa,
y en las manos te traía
¡oh Virgen Inmaculada!