¡Ave María!

 

Rafael Fragueiro

 

 

¡Hay una hora de sin par ternura
en la que el pobre corazón humano,
se siente arrebatado hasta la altura,
en alas de un impulso soberano.

La tarde cae, el sol ya no fulgura;
yerra en el éter un reflejo vano:
la blanca luz y la tiniebla oscura
se encuentran al pasar y dan la mano.

Calla el nido, la rama se aserena,
imprégnase la atmósfera sombría
de un cálido perfume de azucena.

Y en la iglesia, la ermita y la abadía
la dulce voz de la campana sueña
repitiéndole al alma: ¡Ave María!