Cual si en un seno del amor durmiere

 

Icse Zorrilla

 

 

y ni el plácido arroyo que murmura
bajo el ramaje de la selva umbría,
ni el ruiseñor que canta en la espesura
al expirar el moribundo día,
ni el céfiro suave en la verdura
del prado, ni la múltiple armonía
que la mañana feliz de primavera
alza a su Rey la creación entera...
y ni el mismo cantar que en el aire altura
celestial, la suprema jerarquía
entona al Creador, puede en dulzura,
ni en, amor, ni en suave melodía
competir, ni en blandísima ternura
con las postreras voces de María...
Habloles de su amor, divina fuente
que ha de correr perenne, inagotable,
sabroso amparo de la humana gente
en la vida del cuerpo deleznable;
luego de la bondad omnipotente,
de la futura vida perdurable
do cabe a Jehovah los escogidos
serán por su virtud enaltecidos...
Mas el hora sonó. Los dulces ojos
fijó Miriam en la sublime esfera,
sonriendo al dejar tantos enojos
que cercan esta vida pasajera;
y a medio abrir los bellos labios, rojos,
cual si en un seno del amor durmiere,
sin fuerza ni dolor voló su alma
a las regiones de perenne calma.