La paz se llamaba José

 

José Luis Martín Descalzo

 

 

La paz se llamaba José
José! José! ¿Qué hermoso es recordarle!
Él ha sido, después de Jesús, lo mejor de mi vida.
Mi madre -lo recuerdo- dijo un día:
"Ahora ya eres mujer»,
y se quedó mirando cómo cruzaba el tiempo por mis pechos
y me florecía
el corazón de mis catorce años.
Buscó en mis ojos y no entendió si eran maternales,
y dijo: "Es tan extraño: pareces
ser virgen y fecunda". Y se reía.
Yo tampoco entendía por qué todos los hombres
al cruzar por la calle me miraban, y luego
entornaban los ojos al hacerlo,
y después, tartamudos, me pedían disculpas,
como cuando has rozado un lirio sin quererlo.
Yo estaba reservada, lo sabían.
Pero nadie entendía para quién.
Por eso cuando alguien habló de matrimonio,
yo temblé. No entendía. Algo
se me quebraba dentro. Y tuve miedo.
Pero luego alguien pronunció un nombre
y yo entendí que la paz se llamaba José.
Él era distinto. La primera vez que nos vimos
su sonrisa cruzó mi alma sin pisarla
y yo me sentí libre bajo su mirada,
y al volver a mi casa
volví a sentirme entera,
como enteras quedan las manos cuando pasa el sol.