A la oración del Huerto (fragmento)

 

Félix Lope de Vega

 

 

Pase este cáliz de mí
si es posible, Padre eterno;
mas no se haga la mía,
tu voluntad obedezco.

Crecieron tanto las ansias,
que fue menester que luego,
rompiendo un ángel los aires,
bajase a darle consuelo.

¡Ay, Jesús de mis entrañas,
cómo habéis venido a tiempo,
que os consuelen siendo Dios
las criaturas que habéis hecho!

¿Adónde estáis, Virgen pura,
que a vuestra falta los cielos
un ángel a Cristo envían?
Llegad, y esforzadle presto.

Decidle: Dulce Hijo mío,
cuando ayunasteis, vinieron
mil ángeles a esforzaros
con soberano sustento.

Cuando nacisteis, bajaron
dos mil ejércitos bellos;
y cuando vais a morir,
uno solo viene a veros.

Limpiadle, Virgen piadosa,
la sangre con los cabellos;
y pues le deja su Padre,
vea a. su Madre a lo menos.

Id vos con ella, alma mía,
entrad también en el huerto,
no sospechen que os quedáis
con el que viene a prenderlo.

Decidle: Dulce Jesús,
aquí estoy al lado vuestro,
para padecer con vos,
no para negaros luego.

Vámonos presos los dos,
pues vais por mis deudas preso:
cinco mil son los azotes;
muchos son, partir podemos.