Viernes Santo

 

María Dolores Arroyo

 

No meces el Hijo,
meces la Muerte,
Madre.

Y no ves
y quieres
acunarle, y le acunas.

Pero sientes
rígida, exacta,
toda esa carne
que fue carne de tu vida.

Lloras.
Lloras y no puedes
darle de nuevo la aurora
de tu sangre
con la nieve de cumbres de tus dedos
¡Madre!
¡Mater Dolorosa!
Magnolia doliente
y pálida,
con angustia de sol y de aire
y de luna y de voz.

¡Ahora es cuando
sin piedad para ti,
ni para el Hijo tuyo,
te muerden en el corazón
siete puñales!